La mente es el medio más eficaz para obtener lo que deseamos, porque no distingue entre lo que es real y lo que nos imaginamos. Por lo tanto, es bueno visualizar cada día cómo queremos que sea nuestra vida. Potencialmente, todo está a nuestro alcance.
La abundancia está disponible para quienes son agradecidos, quienes tienen pensamientos positivos y para los que son humildes. En cambio, no llega a quienes se enfocan en la carencia. La gratitud eleva la energía y trae bondad porque atraemos y multiplicamos todo lo que proyectamos.
El mundo en el que vivís es un reflejo perfecto de cómo pensás, sentís, creés, vivís. No veas más límites, cerrá tus ojos e imaginá la abundancia que merecés. Que nadie te haga creer que imaginarte una vida dichosa es soñar utopías porque todos los sueños pueden concretarse. Muchas veces postergamos nuestros anhelos por las voces exteriores, por los miedos de otros.
La abundancia no se limita sólo al dinero, sino también a sentirse merecedor de afecto, alegría, salud, amor y servicio de oportunidades.
Un día, Sai Baba preguntó: "¿Quién de todos ustedes quiere ser millonario?". Y aunque toda mi vida pensé que espiritualidad y dinero no tenían nada que ver, ese día, cansado de no tener un peso, le grité a Sai Baba: "Yo, yo quiero ser millonario". De las trescientas personas que éramos sólo diez levantamos la mano.
Sai Baba dijo: "Quienes no quieren tener abundancia material, nunca la van a tener", y los invitó a irse de la charla. "Quienes sí se sientan merecedores de tener abundancia, la van a tener. Ya que si lo creen, lo atraen a sus vidas". Pero aclaró algo muy importante: para crear oportunidades hay que ser cada vez más humilde y generoso. Hay que entregar los deseos a la divinidad sabiendo que si los entregamos el resultado será perfecto para nosotros. Una persona verdaderamente humilde y servicial atrae fluidamente la abundancia a su vida.
Ser generoso implica dar, no sólo dinero, sino tu tiempo, tu calidez, tu corazón. ¿Estás dispuesto a ayudar cuando alguien aparece con cierta carencia en tu vida, o retenés lo que podrías dar? Empezá a decir sí, ya que cuando decimos no, nos cerremos. Podás ser rico pero miserable al sentir miedo, inseguridad, o aspirar a ser valorado sólo por cosas materiales, eso no es abundancia.
El dinero en sí mismo no es algo positivo ni negativo. Depende del uso que se haga de él. Si nos permite trabajar en nuestro camino particular y, eventualmente, nos hace aprender cómo ser libre de sus cadenas, es positivo. Si permitimos que el dinero nos controle a nosotros, es negativo. No hay nada de malo en el dinero, el error está en nuestro comportamiento y en nuestra actitud, que contribuye al desarrollo del apego.
La codicia resulta del excesivo deseo, más allá de lo que necesitamos realmente. Nos podemos volver perezosos e inactivos, si tenemos más dinero del que necesitamos, y si estamos tan satisfechos de nosotros mismos que no hacemos ningún esfuerzo por ayudar a aquellos que lo necesitan.
El dinero tiende a desarrollar emociones negativas, tales como el miedo, la rabia, los celos y la envidia. Miedo a que nos pase algo que no deseamos.
Nuestros deseos surgen de la creencia errónea de que somos nuestro cuerpo y no el Dios que está dentro de él, y que es nuestra única identidad real.
El dinero es algo efímero como lo es todo en el mundo de la ilusión. Sólo Dios es permanente y sólo en Dios se puede confiar; entonces, ¿por qué ponemos nuestra fe en el dinero? ¿Por qué no depositarla en aquello que nunca nos decepcionará y que es Dios? La energía divina es la fuente de todo lo que necesitamos, y hemos de creer que esa energía nos proveerá y está entre nosotros..
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