¿Por qué nuestra mente insiste en coleccionar malos recuerdos? Todas las experiencias negativas que vivenciamos se vuelven, inmediatamente, patrones recurrentes en nuestra memoria.
Los recuerdos de los acontecimientos y las emociones que éstos despiertan en nosotros, son insistentemente revividos, como una alarma permanente previniéndonos para que evitemos circunstancias semejantes, con la seguridad de que el resultado negativo se repetirá.
La mente es la expresión del ego, y este tiene como objetivo principal hacernos evitar cualquier posibilidad de ver frustrados nuestros deseos. Si no podemos tener nuestra voluntad contrariada sin sufrir, naturalmente la mente se encargará de recordarnos a cada instante del dolor que padecimos para que este no vuelva a ocurrir.
La cuestión es que esta supuesta “protección” que nos imponemos, no pasa de una ilusión, visto que es imposible, por más que lo deseemos, controlar el fluir natural de la existencia. A medida que lo nuevo se presenta --y este siempre se presenta, queramos o no-- pasamos entonces a establecer una verdadera batalla interior, entre el deseo de vivir y el miedo de sufrir.
La salida es no luchar con la mente y utilizar la misma estrategia, pero en el polo opuesto, o sea, en vez de recordar el sufrimiento, traer de vuelta el recuerdo de los momentos felices que vivimos, cuando el éxtasis y la sensación de plenitud nos invadieron.
Cuanto más seamos capaces de rescatar este sentimiento, más motivados estaremos para libertarnos de la negatividad y volvernos receptivos a las nuevas oportunidades que la vida nos traiga.
“Cuando aceptas la existencia, la existencia te acepta. Cuando la rechazas, eres rechazado. La existencia es un eco de lo que haces. Todo lo que haces con ella será hecho contigo.
…Sea cual sea la circunstancia, si una cierta felicidad te invadió, guarda con cariño ese momento y dale un espacio en tu corazón, libre de todos los otros recuerdos. Reúne aquellos recuerdos de la música bienaventurada que has oído algunas veces, eso será útil.
Una vez que te has vuelto capaz de permanecer en la bienaventuranza, de permanecer en la melodía, una vez que entraste en el río, entonces Dios puede conversar contigo directamente.
OSHO
:: Elisabeth Cavalcante ::