3 pasos para convertir la envidia en motivaciónTodas las emociones tienen una función y hay que saber interpretarlas, pero algunas tienen muy mala fama, y la envidia es una de ellas. Se considera tan negativa que con frecuencia se oculta, e incluso a veces se utiliza como un insulto. Pero aunque cueste reconocerlo, todos hemos podido sentirla en mayor o menor medida alguna vez, y en realidad, no siempre supone un problema. Podemos envidiar a unos amigos que se van de vacaciones, o a un pariente que han ascendido en el trabajo, y alegrarnos por ellos, sin desearles ningún mal, anhelando tener una experiencia similar, pero siendo consciente de que su situación es diferente.
En otros casos, en cambio, la envidia produce sensaciones muy negativas y llega a generar un gran malestar, y entonces es necesario saber gestionarla, porque si no, puede resultar muy limitante y estropea la alegría de vivir.
¿Cómo surge? Al compararse con otros y ver que han conseguido algo que queremos y no logramos, o cuando sentimos que nos faltan recursos y no podremos alcanzarlo, pero otros si. Eso genera la creencia de ser menos que los demás, y hace que el contraste entre lo que tienen otros y lo que queremos nosotros resulte intolerable. Ese contraste duele y trata de reducirse, buscando defectos en el otro, minimizando sus logros, maximizando la idea de injusticia hacía uno mismo, o de que al otro le favoreció la suerte…, cualquier estrategia para intentar sentirse mejor. Pero todo eso hace que el que envidia esté aún más pendiente del otro, y no se da cuenta de que esa actitud es destructiva para si mismo, porque se llena de amargura y se aleja de sus verdaderos objetivos.
¿Cómo puede manejarse? No querer sentir envidia, es como no querer que nunca truene, a veces pasa…, pero lo importante es no engancharse a ella y no tratar de contagiarla a los demás. Su mensaje suele ser de inseguridad, falta de empatía, desconocimiento del propio potencial y dificultad para centrarse en uno mismo, pero para descubrir que nos quiere decir exactamente, se pueden seguir tres pasos:
1. Identificarla y aceptarla. Si se niega y no se acepta, se produce el autoengaño y la emoción se bloquea, reduciéndose las posibilidades de alcanzar lo que se desea, y pudiendo somatizarse en enfermedad física para lograr expresarse.
2. Analizar que quiere comunicar preguntándose ¿qué me hace sentir envidia?, ¿qué deseo insatisfecho me transmite?, ¿qué necesito y qué debo hacer para alcanzar lo que deseo o algo similar? De esa forma, la envidia se transforma en una manera de conocerse mejor y aporta pistas para lograr los objetivos, pudiendo convertirse en un mecanismo de motivación para mejorar.
3. Pasar a la acción a dos niveles. Primero, dejar de atacar el éxito ajeno y celebrarlo. Esto puede resultar extraño al principio, pero ayuda a transformar las cosas, porque lo que admiramos en los demás empezamos a cultivarlo en nuestro interior, nos hace sentir mejor, menos víctima y con más confianza en los propios recursos, pudiendo aprender nuevos, porque el enfoque cambia de lo que no se tiene a lo que se puede conseguir, y así es más fácil percibir que se puede hacer para superar los obstáculos y alcanzar los propósitos. Y segundo, poner en práctica lo aprendido centrando la atención en uno mismo, sin vivir pendiente de los demás, ya que las circunstancias personales no suelen ser comparables a las de los otros.
La envidia puede revelarnos deseos inconscientes y talentos que todavía tenemos por desarrollar, y cuando dejamos de luchar con lo externo, podemos empezar a construirnos desde dentro para avanzar hacia nuestros objetivos. Si te preguntas por qué otros tienen lo que deseas en la vida y tú no, cambia de pregunta a ¿qué estoy aportando yo para conseguirlo?
Fuente:
http://www.piensaesgratis.com/bloggers/3-pasos-para-convertir-la-envidia-en-motivacion