En la Unión Soviética se pretendía crear un mar artificial de una superficie comparable a la del Caspio. El alma de este proyecto es el ingeniero Davidov. Este mar -pues no se puede hablar de un lago simplemente- se extendería desde el este de los Urales hasta el nordeste de Magnitogorsk. El proyecto fue anunciado por Vichinski a la comisión política de la O.N.U. el 16 de noviembre de 1949: «Gracias a la energía atómica, nivelaremos las montañas, irrigaremos los desiertos y nos abriremos paso a través de la selva virgen. Remontaremos toda clase de obstáculos y llevaremos la civilización a las regiones donde ningún hombre ha puesto los pies en millares de años.»
Este plan consistía en derivar las grandes torrentes de agua de la tundra del norte hacia las regiones cálidas de Asia central. Una barrera construida en la confluencia del Obi y del Irtich elevaría 60 metros el nivel del agua del primero, y su caudal discurriría por afluentes hacia el sur; y se abriría un canal que conduciría las aguas del Obi al mar Aral. Este canal tendría 930 kilómetros de longitud. En cuestión de energía esta realización representaba un beneficio de 82.000 millones de kilowatios para la Unión Soviética, que en 1950 producía ya 84.000 millones, en contraste con los 2.000 millones producidos antes de 1914. La ciudad de Novosibirsk estaría situada en las riberas de este mar.
En Turquestán y Kazakistán los vientos secos y ardientes serían reemplazados por un clima mediterráneo que permitiría el cultivo de naranjos en el mismo limite del desierto de Gobi, y el frío siberiano cedería a una temperatura parecida a la de Europa central. La realización de estos proyectos exigirá el desplazamiento de 10.000 a 15.000 millones de metros cúbicos de tierra. Diez o veinte años eran necesarios para llenar el mar de Siberia, y se precisarían aún de diez a veinte años más para que fluyesen las aguas excedentes.
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