Para todo aquel que se preocupa de tener una adecuada alimentación, la mayor parte de las veces los beneficios son directamente proporcionales. Un aspecto saludable y una buena forma física terminan siendo causa y consecuencia de una vida sana.
Por el contrario, los malos hábitos a la hora de comer, la alimentación deficiente, el escaso aporte nutricional y las comidas abundantes en grasas y frituras únicamente presentan perjuicios para el ser humanos. Lo que es peor aún, se ha determinado que existe relación entre las desfavorables prácticas alimenticias y el envejecimiento acelerado.
Sobredosis de carne roja y productos lácteos altos en grasas
Las grasas saturadas, que se encuentran en la carne roja y en los productos lácteos ricos en grasas, hacen que el cerebro envejezca más rápidamente que con otros tipos de grasas, de acuerdo a un estudio sobre la salud y los hábitos alimenticios de 6.200 mujeres mayores de 65 años.
Dicho investigación descubrió que las mujeres que contaban con índices mayores de grasas saturadas tenían peores resultados en los test de inteligencia. La buena noticia es que se puede ralentizar el envejecimiento tomando aceite de oliva u otras grasas monosaturadas.
Alto consumo de sal
Todos los entendidos en la materia explican que agregar un poco de sal a los alimentos está bien, pero si es en exceso mejor olvidarse, ya que deshidrata el cuerpo y en altas cantidades contribuye a enfermedades de riñón, aumenta la tensión arterial e interfiere con el buen desarrollo de los huesos.
Un estudio realizado por investigadores de Baycrest, en Toronto (Canadá), resalta que una dieta alta en sal puede afectar a la salud cognitiva en adultos.
Azúcar en exceso
La abundancia en el consumo de azúcar ha sido tradicionalmente vinculada con el envejecimiento. Este edulcorante daña el colágeno, lo que provoca arrugas y flacidez en la piel.
La azúcar pura en cantidad excesiva puede ser peligrosa porque desajusta los delicados mecanismos de regulación que permiten almacenar y “quemar” los azúcares simples. Este desajuste favorece la gordura (almacenamiento de azúcar en forma de grasa por intermedio del hígado). Del mismo modo, facilita la diabetes (respuesta incorrecta a la producción de insulina por el páncreas); y fatiga las células del páncreas.
Comer apurado es perjudicial
Cuando se come en un estado nervioso es más difícil que el cuerpo digiera los alimentos, ya que las principales hormonas del estrés impulsan la sangre lejos desde el estómago y a las extremidades. El estrés también puede conducir a comer en exceso, lo que puede desembocar en obesidad. Además, puede agravar la diabetes en pacientes diagnosticados.
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