Yo vi a la mujer de cabellos ondulados de sierpes
bajar corriendo por la ladera, hacia los llanos donde la fiesta silva.
Yo vi los brillos en el borde de las copas durante aquella noche, yo vi a los hombres; dura piel morena, en el temblor lejano del polvo de la pista.
Vi flotar herrumbre de rejones en un instante que clava y se gira a mirarte. Supe del metálico rugido de motores en su efímera carrera hacia el confín del horizonte.
Ardió mi memoria y el mundo, bosque en llamas; calcino despechos, traiciones, deslealtad. Mentí y me mentiste, y me sentí caleidoscópico insecto;
polvo y alas rotas en el temblor de una partícula de nada.
¿Por qué si no te pertenezco, pienso en tí?, ¿por qué si no habitamos multitudes me dejas solo?, ¿por qué si no te pertenezco, estás en mí?.
Vi barbados hombres cabalgar, monstruos de acero rodantes, anclar y resoplando morir por unas horas al desmayo del sueño.
Vi luces, puertas entreabiertas al cerrarse, escuché extraviadas risas; murmullos, jadeos y el anuncio de un día negro que nacía.
Te vi flotar, herrumbre de rejones en un instante, que pasa y te giraste a mirarme. Supe que tu quejido, carne insomne, de mi efímera carrera hacia el confín del horizonte.
Ardió mi memoria y el mundo, bosque en llamas; calcino despechos, traiciones, deslealtad. Mentí y me mentiste, y me sentí caleidoscópico insecto;
polvo y alas rotas en el temblor de una partícula de nada. Ardió mi memoria.