Al perder, tenemos la oportunidad de encontrarnos

Muerte de personas cercanas e importantes, la pérdida del empleo o retiro, ruptura del vínculo con nuestra pareja o bien, una sensación de encontrarnos perdidos o de haber tomado decisiones erróneas, son diferentes situaciones en las que nos enfrentamos a la pérdida de algo profundamente valorado por nosotros, algo que, en las más de las veces, no es restituible.

El dolor y el sentimiento de melancolía embarga y nos invaden pensamientos que nos persiguen; lloramos en lugares o momentos incómodos, regresamos a éstos momentos en donde debimos hacer algo más, decir algo más; nos torturamos y castigamos volcando toda nuestra energía en pensar, apartándonos de todo aquello que nos hacía bien.

La mirada y la escucha de aquellos que nos rodean giran alrededor de ofrecernos consuelo y apoyo, pero en ocasiones, frases como “salir adelante” y “echarle ganas” simplemente no encuentran sentido ni dimensión.

Y es que para asimilar lo sucedido y darle un lugar en nuestro interior, de primera instancia, debemos asumir lo que sentimos; asumir que nos encontramos afectados por la situación. Ocultar y negar sólo nos coloca en una posición de vulnerabilidad y soledad.

De manera posterior buscamos un lugar privado y protegido en donde podamos hablar abiertamente de lo que nos ocupa; pero en ocasiones hablar con familiares o amigos no permite expresar realmente lo que pensamos por temor a herirlos o caer en malas interpretaciones, por lo que debemos tomar en cuenta que existen espacios donde profesionales de la atención psicológica pueden acompañarnos y escucharnos.

Al hablar de nosotros, de nuestras pérdidas, se posibilita también conocernos más, las cosas que incluso nosotros mismos nos hemos ocultamos, nuestras dudas, nuestros más profundos sentimientos permitiéndonos de manera paulatina, utilizarlos para cimentar nuestro camino y continuar.

Lic. Esther Solís