Sagrado o profano puede ser todo, cualquier cosa. Lo más simple, lo convertimos en una ceremonia; como el bendecir los alimentos antes de comer o saciamos el hambre de forma mecánica.
El mundo material es lineal e irreflexivo; el ser humano en su estado de inconsciencia sólo busca su propio beneficio y eso le parece que es lo normal. Siendo el centro de sí mismo, busca el placer, la comodidad, el éxito, la popularidad, cuida su imagen y tiene una serie de dependencias y miedos escondidos. Su miseria e infelicidad está en vivir desde el pasado y centrado en su yo.
Cuando traspasamos ese primer plano y se despierta nuestra Conciencia, comenzamos a sentir nuestro ser primordial y a escuchar nuestra voz interior (el conocimiento intuitivo). Nuestra mente ya se ocupa del “otro”, siente compasión por los demás, busca la unidad y el entendimiento. Comienza a reconocer la Verdad y a emerger en él la espiritualidad.
Podemos visionar el mundo y a nosotros mismos de diferentes maneras; lo interpretamos según nuestro nivel de comprensión y evolución humana.
Las dimensiones sagradas de la Realidad entran en conflicto con los sistemas de creencias materialistas donde todo es profanado, inclusive el amor.
Debemos elegir, hacernos conscientes de qué queremos en nuestra vida. Y cómo queremos vivirla; desde lo sagrado, sintiendo nuestra divinidad. O simplemente vivir en el mundo material desde la insignificancia de la materia.
Dijo Albert Einstein “No todo lo que cuenta puede ser contado. No todo lo que puede ser contado cuenta”.
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