Cuando un pensamiento es insano, perturba la mente. Si lo alimentamos comienza a envenenar al corazón y nos recrearemos con sentimientos negativos. Entraremos entonces en una dinámica autodestructiva -de descontento con nosotros mismos-, que terminará por llevarnos a la enfermedad.
Si la felicidad va de la mano de la Salud, el estado de infelicidad es igual a rigidez, desequilibrio energético, falta de fluidez…
¿Cuáles son las actitudes autodestructivas? Hay una parte de la mente que es oscura y le molesta la Luz. En esa parte sombría se mueven las energías de la infelicidad y el victimismo. Ellas taponan toda posibilidad de fluidez que pudiesen sacarlas del inmovilismo y la densidad de pensamientos oscuros.
De ahí las actitudes de ser inflexibles, no querer reconocer los errores, mantener una postura crítica permanente hacia los demás, creerse muy importantes … no permitirse a uno mismo el amar y perdonar … que nadie vea mi debilidad, mi falta y necesidad de afecto … mi rabia y frustración …
La rigidez mental, la inflexibilidad en el comportamiento, nos hace opacos. Vivir se convierte en un gran esfuerzo y sufrimiento, y nos volvemos severos con nosotros mismos y con los demás. Todo ello lleva al endurecimiento del corazón.
Tenemos que querer un cambio en nosotros. Y este es el momento. Sentir que es posible gracias al poder de nuestro deseo de que así sea. Y poder ser, por fin, condescendientes con nosotros mismos; perdonarnos y abrir el corazón para que entre la Luz del Amor Puro.
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