La sensación de vacío produce angustia y ansiedad. Es normal esa reacción. Porque nadie nos ha hecho saber que experimentar el vacío no nos debe atemorizar, todo lo contrario, debemos ir hacia la Quietud y el Silencio desde la confianza y la alegría de ser partes de un Todo Absoluto que es la Energía del Puro Amor.
En esta andadura que es la vida, contrariamente a lo que creemos, no se trata de llenar espacios sea como sea y meter ruido para acallar el Silencio. Al contrario, tenemos que sosegar nuestra mente y corazón, aligerarnos y hacer familiar y deseado el Silencio y el Vacío, porque es ahí donde conectamos con nuestro Ser esencial.
Los hábitos de dependencia y los mecanismos que creamos para hacer “soportable” y llevadera la vida -para no tener que pensar, ni ver, ni oir… nuestra realidad de esclavos de nuestros apegos y fetiches, debemos eliminarnos como primer paso hacia el encuentro con nosotros mismos.
El sentimiento de vacío nos desconcierta y asusta. Pero en la medida en que nos adentremos en nuestro interior y percibamos cada vez más nuestra afinidad y sintonía con el Universo exterior, apreciaremos y desearemos permanecer por más tiempo en esa Quietud y Silencio que por igual vibra en nuestro universo interior.
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