En 2007, Klara Mauerova y su hermana Katerina fueron acusadas y condenadas, junto a otras tres personas, por practicar el canibalismo.
Así, las dos hermanas sometieron a repugnantes torturas a los hijos de Klara, Ondrej, de ocho años de edad, y su hermano Jakub, de diez.
Klara Mauerová nació en Kurim (República Checa) en 1975. Fue una niña inadaptada, cuyos frecuentes arranques místicos la hacían compararse con Juana de Arco. Siempre repetía que estaba destinada a cumplir una misión designada por Dios. Su hermana Katerina tenía una personalidad semejante, y ambas fantaseaban con las grandes cosas que harían cuando llegara el momento.
Todo comenzó cuando conocieron a Barbora Skrlová en la Universidad. Esta aprovechó su enfermedad para manipularlas: tenía el aspecto eterno de una niña de 12 años pese a tener 33. Un problema con sus glándulas le daba esa apariencia. Aprovechando esta circunstancia, había sido adoptada por una familia que la ingresó en un psiquiátrico al descubrir que se trataba de una mujer adulta con una conducta extremadamente violenta.
Barbora Skrlová sentía celos de los hijos de Klara, así que manipuló sutilmente su cabeza y la de su hermana, contándoles cientos de mentiras sobre sus niños para que los encerraran en el sótano en una jaula de hierro. Pertenecían a una secta, el Movimiento Grial, que apoyaba este tipo de prácticas, así como el canibalismo, la promiscuidad sexual, el incesto.... De hecho, el líder de la secta, que se hacía llamar Doctor, se comunicaba con ellas a través de mensajes de texto diciéndoles que los niños eran malcriados y debían torturarlos por su bien.
Este movimiento se basaba en escritos realizados entre 1923 y 1938 por el alemán Oskar Ernst Bernhardt, recogidos en el Mensaje del Santo Grial, en los que afirmaba que el hombre puede llegar al Paraíso haciendo cosas buenas en la Tierra.
Ondrej y Jakub fueron encerrados en una jaula en el sótano de la casa familiar. Desde ahí les daban de comer, les sometían a torturas, los humillaban, les daban descargas eléctricas, les azotaban con cinturones... Los pobres niños dormían en esa jaula, completamente desnudos, con marcas de cigarrillos en sus brazos, rodeados de excrementos.
Un día, Barbora tuvo una idea novedosa. Comenzaron a darle de comer a los niños abundantemente. Subieron de peso. Entonces, su propia madre bajó al sótano con un cuchillo y le pidió a Ondrej qye sacara una pierna. Sujetado por su hermana Katerina y por Barbora, le arrancó trozos de carne, y, en medio de los gritos de terror de ambos niños, devoraron sus pedazos. Su cinismo era tal, que cada vez que les arracaban pedazos de carne para comérselos, se burlaban de los niños riéndose a carcajadas.
Jakub, permaneció en vilo un mes. Sabía que, tarde o temprano, a él le ocurriría lo mismo que a su hermano. Así fue. La siguiente ocasión le tocó a él. Su madre le arrancó pedazos de un brazo. A partir de ese momento, cada mes el sangriento ritual tenía lugar: las mujeres bajaban, Klara le arrancaba pedazos de carne a uno de los niños y luego las tres los devoraban allí mismo.
Los abusos se descubrieron cuando un vecino instaló un monitor de vigilancia de bebé y recogió la señal de un monitor idéntico de al lado mostrando a una de las víctimas golpeada, desnuda y encadenada en un sótano. Y es que Klara había instalado una cámara para ver el sufrimiento de sus hijos desde la cocina de su casa...
El vecino avisó a la policía, que al llegar encontró a uno de los niños desmayado, y al otro en estado de shock, con heridas terribles en un cuerpo carcomido. El hedor a sangre, mugre, orina y excremento era insoportable. El suelo estaba pegajoso y en las paredes había manchas de sangre seca. Parada frente a la jaula había una niña. O lo que pensaron era una niña. Era Barbora Skrlová, que sujetaba un osito de peluche. Les dijo que se llamaba Anika y que era la hija adoptiva de Klara. Los agentes pensaron que era otra víctima y la sacaron de aquel horror. Una vez en la calle, Barbora Skrlová aprovechó para fugarse. Huyó a Noruega, donde se hizo pasar por una niña llamada Adam que fue adoptada por un matrimonio noruego. La inscribieron en la escuela primaria y pasó casi un año hasta que la policía checa la encontró y la arrestó ante la mirada atónita de sus padres adoptivos, que no comprendían por qué una niña era capturada como un criminal.
El caso fue un escándalo. Los niños fueron hospitalizados; uno de ellos finalmente murió. El otro pudo declarar en el juicio contra su madre y su tía, narrando los horrores vividos en aquel sótano durante un año.
Las tres protagonistas están pendientes de una condena de entre 8 y 12 años. También se dieron penas de cárcel a otros tres que tomaron parte: Hana Basova, de 28 años, y Jan Skrla, 25, fueron condenados a penas de 7 años cada uno, mientras que otro hombre, Jan Turek, será encarcelado durante 5 años.
Una curiosidad: La película La huérfana se basó en la historia de Barbora Skrlová y en su extraña enfermedad.
http://dunheim.blogspot.com.ar/2012/04/las-hermanas-canibales.html#more