En 1590, cuando John White regresó a la colonia de la isla de Roanoke, en la actual Carolina del Norte, y considerada como la primera colonia de la historia, no encontró ni rastro de los 117 colonos que había dejado allí tres años antes.
Tampoco, había signos de lucha, sólo un par de inscripciones en unos troncos con las palabras CROATOAN y CRO, el nombre de una tribu de la zona que había sido amiga de los ingleses. Lo que allí sucedió se ha convertido en un trágico misterio que aún no se ha podido esclarecer.
Inglaterra comenzó a colonizar las costas de América relativamente temprano. Uno de estos asentamientos era la colonia de Roanoke. Se componía de 117 colonos, entre los que había hombres, mujeres y niños. Sir Walter Raleigh organizó y preparó esta expedición pidiendo consentimiento real a la reina, la cual aceptaría la propuesta de éste. Los exploradores ingleses en el terreno aconsejaron a Sir Walter, que lo idóneo era asentar a estos nuevos colonos en la isla de Roanoke, cercana a lo que es hoy Carolina del Norte. Una de sus ventajas, que hicieron pensar en la ubicación del asentamiento en esta isla, era su clima, muy favorable y benigno.
En 1586, un primer contingente de colonos tocó por primera vez esta isla. Eran colonos esperanzados por comenzar una nueva vida, en un mundo que aún tenía mucho que ofrecer al hombre. Este grupo de primeros colonos, lo componían 75 hombres. Con el transcurso del tiempo en la isla, estos primeros colonos comenzaron a tomar represalias contra los nativos del lugar, algo que sin duda traería problemas.
En un entorno totalmente desconocido, como era el nuevo continente, pronto sintieron estos 75 hombres que sus días en este nuevo edén estaban ya contados. Por esta razón decidieron abandonar el asentamiento y pedir ayuda al corsario Francis Drake. Éste accedió a llevar a los colonos a Inglaterra, dando a ver en la isla el fracaso de esta primera colonización.
Sir Walter, ante esto, no pudo hacer otra cosa que rápidamente comenzar a organizar una nueva colonización del lugar, ya que el permiso de la reina que le había dando anteriormente tenía una caducidad de 10 años. Esta vez el número de colonos aumentaría hasta alcanzar la cifra de 117 personas, compuesto este número de personas por hombres, mujeres y niños. Todo parecía ir marchando bien, incluso un artista de la época se puso al frente de la expedición, John White. Este era un gran amigo suyo, e incluso participó en el viaje de exploración a la zona en los primeros momentos. Junto a este artista, se embarcaría su hija Eleanor Dare, la cual estaba embarazada, junto a su marido. Eleanor Dare, más tarde daría a luz en la misma isla.
John White se erigió como el gobernador de la expedición y de la futura colonia. Sus primeras medidas al llegar fueron la de tratar con respeto a las poblaciones indígenas de la zona y volver a tener lazos de amistad con ellas, rotos anteriormente por los primeros colonos. Era una visión, la de White, de paz y de restauración de la armonía de las relaciones entre colonos y indígenas, algo que sabía que era fundamental para que la colonia inglesa prosperase en el tiempo. Estos intentos por convencer a los poblados indígenas del lugar de que ellos eran distintos a los anteriores colonos y que trabajarían por mantener un clima de respeto y cordialidad, no fueron bien acogidos por los autóctonos del lugar.
Esto, sin duda, provocaría un sentimiento de inseguridad en este aún precario poblado. Junto a esta inseguridad, los escritos nos hablan de cómo estos primeros colonos pronto, además de sentirse inseguros, comenzaron a tener hambre. Los alimentos poco a poco fueron escaseando y con ello fue engrandeciéndose el malestar.
Ante esta situación, White consideró oportuno regresar a Inglaterra para pedir ayuda y víveres con los que poder dar de comer a los colonos. La situación tendría que ser muy desesperada, ya que White y la tripulación del navío que los llevaría a casa, se jugaron la vida en el intento, pues en esa época del año era muy desaconsejable cruzar el Atlántico. Al llegar a Inglaterra se enteraron de que la guerra con España había comenzado, lo que le hizo no poder volver a Roanoke hasta 3 años después.
Este nuevo viaje que emprenderían hacia la isla de Roanoke iba a ser sin duda alguna uno de los viajes más misteriosos no sólo de sus vidas, sino de toda la colonización inglesa en el Nuevo Mundo. Cuando tocaron tierra en la isla y de camino al poblado, sus ojos no podían creer lo que veían. Absolutamente todo el poblado estaba vacío, las casas desmontadas, los utensilios dejados, ni rastro de hombres, ganado...
Parecía como si por arte de magia, todos los colonos hubieran desaparecido y con ellos el poblado. Pronto el grupo comenzó a tener intriga por lo que veían sus ojos, un misterio que no hizo más que agrandarse cuando avistaron lo que sería el mayor de los misterios encontrados. Alguien había dejado en un poste del poblado una señal, algo escrito, un mensaje… CROATOAN.
Esas fueron las palabras que estos colonos habían encontrado en forma de mensaje en un árbol del poblado. Nada se sabían de ellas, ni su significado ni tan siquiera el autor, sólo se sabía que quien dejó esa señal había vivido lo que allí había pasado. A unos metros más al fondo de aquel poste, se encontró grabada en un árbol la palabra CRO. Se llegó a la conclusión que este nombre, CROATOAN, era dado a una tribu amistosa que vivía cerca del poblado. Se comenzaba a esclarecer todo este misterio, un misterio que pudo llegar a resolverse al encontrar una cruz maltesa grabada. Esto era una señal que aprendieron los colonos del lugar, para avisar de un posible ataque a la colonia. Ante estos restos encontrados por la expedición de salvamento, White pronto quiso llegar al poblado de los CROATOAN y poder ver de nuevo a su hija y a su nieto. Lo cierto es que sus ganas de volver a ver a su familia no fueron suficientes. En 1606 moriría en Inglaterra sin saber nada de su familia y de lo que allí pasó en su ausencia.
Muchas teorías se han dando sobre lo ocurrido en la isla de Roanoke y sobre todo sobre el paradero de esos colonos. Algunas de ellas aseguraban que estos habrían sido sorprendidos por indígenas hostiles y ellos habrían matados a todos los colonos ingleses.
Otra teoría que durante un tiempo se mantuvo fue la culpabilidad de la desaparición de estos colonos por los españoles, los cuales por venganza atacaron dicho poblado matando o esclavizando a toda la población del mismo.
También se estudió la posibilidad de que estos colonos de la isla, al ver que no llegaba la expedición de ayuda de White, decidieran salir a mar abierto, algo que pudo ser su perdición.
Si estas teorías fueran ciertas, hay un pequeño problema que no encuentra solución ni en una teoría ni en otra: por qué escribieron esas personas en la más pura desesperación y nerviosismo la palabra “CROATOAN” en aquel poste, como también el grabado de la cruz maltesa y la palabra “CRO”…
Pero la posibilidad de que este pueblo de los CROATOAN pudiera atacar al poblado inglés, al ver que estaban desabastecidos y con escasa resistencia, es la más sostenible. No hay que olvidar que, no esos mismos ingleses, sino compatriotas suyos anteriormente habían llevado a cabo acciones violentas contra ellos, lo que hubiera llevado al poblado indígena a tomar esta acción como venganza a lo que antaño hicieron los ingleses.
El paso del tiempo avanza para todos, incluido sobre el misterio de lo acontecido en la isla de Roanoke, esperando que alguien aclare la desaparición de estas personas y el significado de aquellas palabras.
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