orría el año 2007 e Internet no paraba en su loca carrera por expandirse, tímidamente las redes sociales comenzaban a ganar peso y los foros temáticos poco a poco comenzaban a quedar vacíos. Existían foros de toda clase de contenido… bueno aún los hay, solo que la gente poco y nada se mete ya a ellos.
Nunca fui muy asiduo a ellos ni mucho menos a los foros de los llamados juegos de rol, solamente por mi hermano menor es que pude conocer más o menos de que se trataba. Según entiendo son foros donde las personas (generalmente adolescentes fantasiosos) se registran y se hacen pasar por personajes de una historia ficticia… que es contada por el o los administradores y allí pues interactúan con los otros miembros en un mundo de fantasía, puede ser medieval, futurista, contemporáneo… etcétera, todo depende de cual sea el juego. Pues bien, mi hermano menor me habló de un juego de rol en el cual el participaba y la verdad es que lo encontré bastante… raro por decir lo menos, se llamaba “Los 13 suicidas”. Mi hermano solía hablarme de aquel foro los fines de semana cuando íbamos de compras o al cine y jamás le presté mucha atención ya que en ese momento pensaba que solo eran babosadas de quinceañeros… graso error de mi parte.
Me intrigaba lo entusiasmado que él se mostraba cuando me hablaba del juego, de su personaje y de la historia en sí… me lo explicaba tan detallado y con tantas ganas como si de verdad anhelara que yo lo entendiera. Bueno, según recuerdo la historia del juego era de lo más extraña,… cada miembro debía elegir un personaje y situarlo en alguna época del mundo, en cualquiera,… podía ser el renacimiento, la edad media, los años veinte, el futuro, nuestro presente, etcétera y una vez allí debía intentar hacer contacto con los otros personajes situados cientos de años en el pasado o bien en el futuro. El administrador era una suerte de profeta cósmico y universal que tenía la capacidad de comunicarse con todos ellos y encomendarle misiones para que llevaran a cabo. Era un juego raro y la historia muy, muy extraña… pero a mi hermano le encantaba. El administrador se aparecía de vez en cuando en la vida de los jugadores y les comunicaba terribles y desastrosos acontecimientos futuros, bizarras predicciones que solo podían ser evitados por trece valientes héroes, trece elegidos por el cosmos… los trece suicidas.
Siguiendo la trama de este extraño juego de rol, durante siglos trece suicidas han mantenido el equilibrio del planeta y han evitado que nuestro mundo se convierta en un auténtico caos y el momento… nuevamente había llegado. Funestos y oscuros acontecimientos se cernían sobre el mundo y trece suicidas de distintas épocas y lugares debían velar para que estos no se cumplieran. Como ya lo he dicho, era un juego extraño y difícil de entender, pero por alguna razón mantenía capturado el interés de mi hermano y de los demás jugadores. Poco a poco fui testigo de cómo mi hermano se preocupaba más y más por la trama y los acontecimientos que iban sucediendo en el juego llevándolo hasta un punto insostenible. Una noche se volvió como loco y enajenadamente buscaba algo en el sótano de la casa con desesperación, cuando lo vi en el pasillo le pregunté qué sucedía y solo me contestó: ”hazte a un lado”… me pude fijar que entre sus brazos llevaba un libro de historia, luego se encerró en su cuarto y siguió jugando… yo solo pensé “estúpido nerd”.
No sé cómo no lo pude ver venir… no sé cómo pude haber sido tan estúpido… y francamente no sé si pude haber hecho algo para evitarlo…
Pasaron los días y la adicción de mi hermano por el juego de rol se volvió algo grave, tanto que cayó enfermo y entre sus delirios no para de hablar de la desgracia que vendría desde el cielo y caería sobre la humanidad. Cuando estuvo mejor lo sorprendí varias veces llorando a solas, pero nunca quiso contarme más…
Mi hermano menor se ahorcó en el cuarto de baño durante la madrugada del 12 de enero del año 2008, colgando de su cuello tenía un letrero escrito a mano que ponía el número trece y en el bolsillo de su pantalón una carta suicida que llevaba por título “Los héroes no deberían morir jóvenes”. El contenido de la carta era un montón de garabatos sin sentido, lo único que me parecía relativamente coherente fueron las últimas líneas, me parecían de una lucidez que me estremeció por completo… en su despedida pedía perdón a quienes le amábamos… pero que lo hacía porque él era el número trece.
Ya han pasado algunos años y me pregunto a veces por la página… la cual fue dada de baja pues no volvió a tener actividad desde el suicidio de mi hermano. Me pregunto también si es que hubieron otros doce suicidas… otros jugadores quienes, embaucados y adictos a un estúpido juego de rol confundieron la ficción con la realidad…
A veces también me pregunto por los administradores y sus extrañas predicciones…, pero lo que más me aterra es que cada vez que pienso en mi hermano no puedo evitar reflexionar si es que estamos vivos gracias a él.
Gracias a los 13 suicidas
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