He apagado mi teléfono por tiCon toda probabilidad, a lo largo de este mes de febrero asistirás al menos a una cita que de algún modo debería adjetivarse como romántica, sea por simpatía con San Valentín o simplemente por aprovechar la excusa para hacer algo diferente. Qué es una cita romántica y cómo hacer que una cena lo sea ya es cosa de cada uno, pero la tecnología puede contribuir al romanticismo tanto como puede acabar con él.
Al fin y al cabo, si la tecnología ha cambiado la forma en la que nos comunicamos y nos relacionamos, entonces la tecnología también habrá cambiado, al menos en parte, la consideración de lo que es romántico y lo que no lo es.
No hablo de enviar infinitos corazones por WhatsApp ni de reenviar mensajes ñoños prefabricados de esos que se propagan como los piojos en una guardería. Esos mensajes no tienen nada de romántico; son bastante tontos y cualquiera debería preferir recibir piojos. Lamentablemente, igual que sucede en el mundo real, en WhatsApp también lo romántico y lo cursi están demasiado cerca como para distinguirlos a simple vista.
En cambio, hace algún tiempo a alguien se le ocurrió desarrollar una iniciativa llamada 'He apagado mi teléfono por ti'. Consistía precisamente en hacer saber a la otra persona que ella iba a ser el centro de atención, por ejemplo, durante una cena o a lo largo de toda una cita. No digo que no fuera una buena idea y puede que incluso fuera romántico de alguna manera, pero sobre todo fue una lamentable prueba de que habíamos llegado a ese punto.
Lo anterior no significa que el teléfono móvil sea poco romántico. Al fin y al cabo, para bien o para mal, el teléfono móvil forma parte de las relaciones y facilita tanto iniciarlas como mantenerlas.
De entrada, por ejemplo, el móvil ha puesto fin a ese momento tradicionalmente embarazoso para cualquier adolescente que era llamar a alguien que le gustaba. Me refiero a cuando había que llamar desde el teléfono fijo del salón y a la vista –y peor, al oído– del padre, de la madre, de los hermanos y tal vez de la abuela y hasta del perro. Que tampoco era tan terrible comparado con lo que venía después, cuando al otro lado del teléfono descolgaba su padre y preguntaba quién era (parece razonable pensar que cualquier zagal dispuesto a pasar por aquello tendría como recompensa conseguir algo de atención, pero normalmente no era así; quiero creer que porque su padre permanecía cerca del teléfono).
Así que los móviles permiten mantener el contacto de forma directa y sin el temor de que haya un montón de gente pendiente de la conversación –con excepción de los servicios de espionaje– y de forma inmediata, sin esperar la vida entera que tarda en llegar el correo postal. Sin embargo, desesperarse mientras se está esperando respuesta es, al parecer, algo que todavía se lleva, sólo que ahora se considera legítimo cuando la demora supera los 20 segundos.
Queda entonces fuera de duda que con el móvil las parejas pueden estar en contacto con más intensidad de lo que podrían soportar incluso los amantes de Teruel, que por cierto es uno de esos dramas que hoy se evitaría con un par de tarjetas prepago. Aun así, e incluso con lo absurda que era la propuesta de aquella campaña –proponía colocar una pegatina con la frase "He apagado mi teléfono por ti" en la parte posterior del teléfono y dejarlo a la vista sobre la mesa–, el gesto de apagar el teléfono puede ser para muchos un desafío, tal vez incluso parecido al que era llamar desde el teléfono fijo del salón de casa de los padres.
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/apagar-el-telefono/19401