¿Por qué las mujeres prefieren a Kate Moss y los hombres a Kate Upton?A lo largo de la historia se han establecido distintos estereotipos de belleza masculina y femenina. Y mientras el primero apenas ha sufrido cambios, el segundo sí lo ha hecho: mujeres rotundas y con grandes atributos hasta finales del siglo XVIII (cuando la crisis alimenticia creada por la Revolución Francesa establece el canon lánguido de extremada delgadez); más tarde, pasadas las grandes guerras, regresa la voluptuosidad, con una exuberante Marilyn Monroe en contraposición a una menuda Audrey Hepburn; a día de hoy el foco de debate sigue por esos derroteros, sólo que los iconos son distintos, claro. Este artículo va de Kates.
Si bien hasta el siglo XX estos estereotipos habían venido marcados por los grandes vórtices sociopolíticos (París en el caso de la Revolución Francesa), con el estallido y evolución de los medios de comunicación de masas las cosas cambian. De estos grandes altavoces comunicativos forma parte la publicidad, que es la que aleccionará estéticamente a las masas en su gran mayoría. Teniendo esto en cuenta y según recientes estudios, cada individuo recibe hoy 3.000 impactos publicitarios diarios de media. Ahora bien, si todos estamos expuestos a los mismos impactos, ¿por qué existen diferentes ideales para hombres y mujeres? ¿Por qué los hombres prefieren a Kate Upton y las mujeres a Kate Moss si la exposición a la publicidad es la misma para todos?
Para resolver esta duda, contamos con opinadoras femeninas (Joana de la Fuente, directora de Moda de GQ; Cayetana Villegas, coordinadora de Moda de GQ; y Lucía Taboada, colaboradora de GQ.com y Hombre GQ) y tres masculinos (Alberto Moreno, director de GQ.com; Iago Davila, redactor de GQ; y Héctor Izquierdo, jefe de Motor y Belleza de GQ).
KATE MOSS VS. KATE UPTON
Para continuar con la faceta más gráfica de este estudio, estableceremos estos dos dispares estereotipos: Kate Upton, más atractivo para los hombres, y Kate Moss, más cercano a los gustos femeninos. ¿Por qué esto es así?
Ante esta cuestión, tanto hombres como mujeres parecen tener una misma respuesta. “Upton representa un canon de bellaza übersexual”, como explica Cayetana Villegas. “Posee unos atributos muy obvios y se constituye como prototipo de sex symbol, como lo fue Pamela Anderson en los 90, y por eso despierta instintos primarios en el hombre”, matiza Héctor Izquierdo. Por otro lado, “Moss simboliza una belleza que baila entre algo alcanzable, porque es una chica normal, y lo extraordinario”, continúa Villegas. “La principal diferencia es que las características que se le atribuyen a ésta última son más cercanas a la sensualidad que a la sexualidad”.
Como gráficamente resume Alberto Moreno, “Kate Upton gusta a la gran mayoría de varones heterosexuales del mundo por el simple hecho de que no hacerlo desafiaría todas las leyes del buen gusto y de la antropología. La K es inicial de ‘rotundidad’ y la U de ‘incuestionable’. Es la mamma neorrealista italiana, la sueca que encandilaba al landismo entero, una versión tardoadolescente universitaria de Monica Bellucci y la dama prehistórica perfectamente diseñada para concebir y amamantar vástagos de la manera más garantizada posible. Todo en uno”
Y prosigue, “Kate Moss gusta a ellas por homólogas aunque viradas razones. No es especialmente guapa, ni voluptuosa, ni resulta especialmente saludable, sino un mito cercano con gran capacidad de influencia por el hecho de que lo que representa es fácilmente replicable. Porque tocar fondo es mucho más accesible que tocar techo. Y la vida pública de Kate (y sus –pocas– curvas) está al alcance de muchas. De casi todas. Los intangibles se pueden disimular. Por eso no supone una amenaza”.
IMAGEN VS. VALORES AÑADIDOS
¿Entonces es sólo una cuestión de instintos primarios lo que nos lleva a hacer este tipo de elección o hay algo más? Tomando como referencia de nuevo el artículo ‘Mujeres y publicidad: del consumo de objetos a objetos del consumo’, de Alejandra Walzer (Doctora en Ciencias de la Información, profesora de la Universidad Carlos III y especialista en Pedagogía de los Medios) y Carlos Lomas (Doctor en Filología Hispánica), podríamos decir que la publicidad es “una eficacísima herramienta de transmisión ideológica y cultural de valores y de actitudes”. Es decir, “en los anuncios no sólo se venden objetos, sino que también se construye la identidad sociocultural de los sujetos”, se asocia un serie de valores a la simple imagen publicitaria: seducción, fuerza, intelecto, triunfo, éxito… ¿Qué sucede con ellos?
Retomando a Moreno, Kate Moss es “una mujer dotada de extraordinaria actitud”, cuestión que corroboró el fotógrafo David Bailey (de quien Moss es musa) en la reciente inauguración de su retrospectiva en la National Portrait Gallery de Londres: “Hay mujeres mucho más guapas que ella, pero tiene algo que la hace resaltar sobre el resto”.
Es cierto que “Upton tiene unos patrones más exuberantes, llama más la atención de los hombres, y por eso mismo genera rechazo en las mujeres, porque es la proyección de una imagen idealizada que es difícil de conseguir”, explica Iago Davila. “En cambio, Moss parece más humana, imperfecta, pero atrae por su carácter y consigue desarrollar un carisma dentro del sector femenino que no genera Upton”.
A lo que Izquierdo añade: “Según los estereotipados valores sociales, Upton sería simplemente un cuerpo bonito que no necesariamente lucha por un rol de igualdad dentro de la sociedad. Por eso no es el ejemplo en el ideario femenino. Moss, por otra parte, sería un prototipo que a ningún sexo le parece agresiva ni especialmente sexual, pero sí tiene a su alrededor esos valores que constituyen un role model con mucho empowerment con el que la mujer se puede sentir mucho más identificada”. “Es capaz de hacer lo que nadie hace y, además, le sale bien, y por eso para las mujeres es quizá más aspiracional”, apoya Joana de la Fuente.
¿Y el hombre no quiere precisamente una mujer fuerte, con iniciativa? “Sí, posiblemente en una distancia corta se sentiría mucho más atraído por el magnetismo que genera Moss”, contesta Villegas, “aunque el problema tal vez resida en que conquistar a ésta supone un reto mucho mayor que hacerlo con una Upton”. En resumen, el prototipo Kate Moss intimida por los valores que la rodean, es decir, “estando a su lado siempre serás ‘el novio de’”, como bien remata Izquierdo.
LA PUBLICIDAD ES PARA CHICAS
Según recogen Alejandra Walzer y Carlos Lomas en el artículo anteriormente citado, la mujer es un sujeto de impacto prioritario para la publicidad, puesto que el 80% del total de las compras (activas o pasivas) son realizadas por ellas. Y este dato nos lleva a preguntarnos: ¿Es por eso por lo que las mujeres tienen unos ideales estéticos femeninos más actualizados que los de los hombres?
“Las mujeres son mucho más sensibles a las modas, al cambio, y por eso quizá son más propensas a adaptar esos nuevos y cambiantes cánones.”, comienza Izquierdo. “Para los hombres, en cambio, las tendencias son más duraderas en el tiempo”. Villegas profundiza: “Los hombres están evolucionando, no hay más que ver las campañas dirigidas a ellos, ya no hay un estereotipo como el de ‘Busco a Jack’s’, ese cliché de rubia con Ferrari rojo se va difuminando; pero lo hacen más lentamente que en el caso femenino, porque siempre hay un instinto primario que prevalece”.
Entonces el cambio de cánones para ambos géneros no sólo depende de que la publicidad vaya mayoritariamente dirigida al sector femenino, se trata de una cuestión de sensibilidad más que de mero impacto. Pregunta contestada.
Ahora bien, tomando de nuevo las declaraciones de la coordinadora de Moda de GQ en las que alude al instinto primario masculino y volviendo al artículo de Walzer y Lomas, otra cuestión importante es que “hay publicidades para mujeres y hay publicidades con mujeres, en las que la mujer cede su cuerpo para la connotación de los productos”.
La aludida responde: “El papel de la mujer en la publicidad para ellas es el de una mujer para mujeres, ejemplos de aspiracionalidad, pero los hombres buscan a una mujer de forma sexual, donde, obviamente, priman los atributos”. Es por eso por lo que quizá el estereotipo Upton, el utilizado en los anuncios masculinos, crea un rechazo en el sector femenino, puesto que la “línea de pensamiento de ellas pretende evitar que se las cosifique. Ser explosiva no tiene nada malo, pero te da la sensación de que te miran al escote y no a los ojos, por eso a las mujeres no nos gustan las chicas que van provocando”. Y de ahí su posible animadversión al canon exuberante, ése al que van unidas connotaciones femeninas socialmente negativas.
SI LOS HOMBRES QUIEREN UPTON, ¿POR QUÉ ELLAS LES DAN MOSS?
En ‘La Imagen de la mujer en la publicidad dirigida al sector masculino’, Luisa Verenisse recoge que "la mujer tiene priorizada preocupación por la belleza, el arreglo personal y la seducción, siendo esta última una manifestación del dominio femenino de lo privado, y esto atribuye a la belleza y al aspecto físico un mecanismo de realización femenina". Si como Iago Davila subraya, “el hombre se ha subyugado históricamente al sexo de la mujer”, ¿por qué si ellos se sienten atraídos por una Upton, ellas se empeñan en darles Moss para conquistarlos?
“Al hombre, el empowerment femenino a través del sexo le llega por sus atributos, cuestión que también puede llegar a aburrir, mientras que a las propias mujeres les llega por cuestiones de dominación, es decir, una mujer que utiliza su cuerpo para poseer a los hombres y generarse unos intereses”, contesta Izquierdo. Sexualidad vs. Valores adicionales.
Además, no se trata únicamente de una cuestión de gustar o seducir al otro, porque “lo básico nos sigue gustando a todos, de forma bidereccional”, explica Davila, “pero también entran en juego factores del entorno, culturales, de educación…”.
Nos explicamos valiéndonos de las palabras de Izquierdo: “la mujer a la que le gusta Kate Moss suele ser joven, profesional, liberal, competitiva y se mueve en un entorno de hombres, en desigualdad. Por eso, lo último que quiere es ser considerada un objeto sexual. Además, se ve expuesta a competir con otras mujeres, algo que los hombres no solemos hacer, y ya no únicamente en el terreno profesional, sino también en el estético. En definitiva, elementos destinados a protegerse de forma individual, y eso se lo vende Moss”.
“Quizá una chica tan segura de sí misma puede resultar intimidante”, expone de la Fuente, “y debido a esa inseguridad se prefiera a Kate Upton, la vecinita de al lado en la que nadie reparaba y de repente se ha convertido en cisne”. “La suya es una sexualidad tan obvia que no resulta tan intimidante como puede ser una fuerte personalidad”, remata Izquierdo.
Por tanto, el sexo no es lo único que determina una compra o una adopción de estereotipos a largo plazo, aunque a priori prevalezcan los instintos suscitados por la rotundidad de un cuerpo voluptuoso que a todo el mundo gusta, “cualquier individuo que persiga la realización personal se verá como algo más que un cuerpo. Por tanto, aunque al principio impresione, al final todos buscamos más una Kate Moss que una Kate Upton, porque la belleza es caduca y la personalidad, no”.
CONCLUSIONES
1. Es cierto que, a priori, los hombres prefieren el estereotipo Kate Upton frente al Kate Moss por una cuestión de potenciación de atributos sexuales, instintos primarios y facilidad de abordaje.
2. Las mujeres eligen el canon de Kate Moss porque es más cercana a la realidad, imperfecta, y, además, a su alrededor existen una serie de valores de independencia, triunfo y fuerte personalidad.
3. El estereotipo Upton, preferido físicamente por los hombres, crea un rechazo en el sector femenino principalmente porque cosifica a la mujer. Ser explosiva no tiene nada malo, "a nadie le gusta una mujer sin curvas", subraya Lucía Taboada, pero da la sensación de que te miran al escote y no a los ojos.
4. Los cánones femeninos adoptados por el hombre van evolucionando. Se huye de los clichés de sex symbol, pero lo hacen de forma más lenta que en el caso de la mujer.
5. Prueba de la conclusión anterior es que, aunque a priori el hombre prefiera por instinto a una Kate Upton, a largo plazo se queda con una Kate Moss. Es una cuestión de tiempo, igual que la película con el mismo nombre estrenada por Richard Curtis en 2013. Según el dato recogido por Moreno, en ella Domhnall Glesson utiliza el siguiente discurso manipulador para ligarse a Rachel McAdams en el contexto de una exposición fotográfica dedicada a Kate Moss, a la cual él no habría tenido el más mínimo interés en acudir si no fuera por la chica:
-Soy el fan masculino más devoto de Kate Moss.
-Dios mío. ¿De verdad?
-Dios mío, sí. ¿Estás de acuerdo con que su magia reside en su historia? ¿Que la informalidad de sus primeras fotos comparadas
con las actuales…? Sabes... que a pesar de la alta moda, aún es la chica desnuda de la playa.
-No lo habría definido mejor.
Y es que, al fin y al cabo, el personaje de Rachel McAdams, Mary, era una Kate Moss que mantenía subyugado al pobre Tim, Domhnall Glesson. Vuelta a la tortilla y conquista realizada por parte de ellas.
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/diferencias-de-estereotipos-publicitarios-para-hombre-y-mujer/19551