El vibrador no es el enemigoEs de látex, de plástico o metal, se parece a algo que tú tienes, pero se mueve de maneras que tú no podrías emular sin marearte. No tiene jartura, dispone de una energía interior que parece inagotable, mientras que tú tienes que hablar de cosas y beberte un vaso de agua de vez en cuando en lo que la naturaleza sigue su curso. Y es aquello con lo que ella parece sustituirte en cuanto se da la vuelta. Podría pasar que te diera mal rollo o que lo consideraras un rival. Pero la base de la diplomacia es que siempre es mejor un mal pacto que una buena guerra y que la mejor estrategia posible es convertir a los enemigos en amigos. Lo explica Maquiavelo: “Por muy fuertes que sean los ejércitos del príncipe, éste necesita siempre el favor de una parte, al menos, de los habitantes de la provincia, para entrar en ella”. En qué estaría pensando.
CONÓCELO
Los juguetes sexuales existen desde la Edad de Piedra. E imagino que se extenderían mucho en cuanto se inventaron los cultivos. Pero el primer vibrador mecánico no se manufacturó hasta 1869. Era de vapor y se llamaba “el manipulador”. Y, curiosamente (o no tanto), no se inventó para ellas: se hizo para que los médicos que trataban la histeria a base de masajes pélvicos no se cansaran tanto. La histeria, diagnosticada por primera vez en el siglo IV antes de Cristo, sólo se curaba con el “paroxismo histérico”, o sea, con el orgasmo.
Lo que supone que cuando le dices a tu amiga que grita a los demás conductores a lo taxista del Atleti en cada cruce que “a ti lo que te hace falta es un buen...” estás perpetuando un diagnóstico de aquella manera, pero que oye, tiene una tradición. Luego, con el siglo XX del demonio, el aparato empezó a unir los usos recreativos a los terapéuticos, salió del armario en una revista femenina (en 1899) y, enseguida, desde los años 20, se convirtió en el mcguffin más socorrido del cine (porno). Y hasta la American Psychiatric Association estadounidense se descolgó en 1952 sacando de los manuales médicos la entrañable histeria, el comodín diagnóstico que llevaba 24 siglos valiendo lo mismo para un roto que para un buen rato.
Saber todo esto da una pizquita de conversación a pie de cama que ayuda a hacer como que todo lo relacionado con los vibradores te parece bien en lo que te va pareciendo bien.
RÍNDETE
Si has tenido una novia con un vibrador rabbit te puedes saltar este punto porque ya sabes que la rendición o el harakiri son las dos únicas salidas dignas después de que ella lo descubra. Es pequeño, es mono (es un conejito con orejitas y naricita) y es infalible. Las chicas de 'Sexo en Nueva York' lo extendieron en 1998 creando la segunda plaga de conejos más juguetona de la historia después del tour antípodo del conejo ibérico por Australia. Lo ves en acción y te planteas que si algo tan pequeño ha conseguido eso, qué no hará un aparato mecánico de no sé, el doble de tamaño, o sea unos cuatro centímetros.
Ella se va a volver adicta durante los primeros días. Bueno, tal vez durante los primeros años, pero ya se le irá pasando. Eso esperas. Pero si en vez de resisitirte, te rindes enseguida te evitas la bochornosa conversación de las comparaciones en la que sales perdiendo. Básicamente el argumento a su favor es que no pide casi nada y da un montón y todas las veces que haga falta. Y eso si lo intentas tú es insostenible. Él es invariablemente, discreto, educadito, fiel, portátil y en general tiene menos mantenimiento que tú.
ÚSALO TÚ TAMBIÉN
Para cualquier duda en la cama el libro al que hay que recurrir es 'El arte de la guerra', del chino Sun Tzu. En este caso, la frase que conocemos todos: “si no puedes vencer al enemigo, únete a él”. No crees subgrupos en tu pareja, no dejes que ella y su juguete hagan pandilla: únete a ellos y pídelo, sácalo y úsalo. Lo único que tienes que hacer es empezar sin ayuda, con unos preliminares artesanales de los tuyos, acercarlo poco a poco y apagado; encenderlo un rato después e ir subiendo la intensidad para terminar jugando y explorando a lo loco. Como lo hagas otras veces, pero con un secuaz que te hace la mitad del trabajo. Ése va a ser tu truco de magia a partir de ahora.
ELÍGELO TÚ
El suyo ya lo conoce. Haz una jugada de pistolero experto y saca uno nuevo de debajo de la almohada. A partir de ahí todo es una sorpresa, sobre todo para ella. Para entonces el juguete y tú ya no os miráis de reojo, no es un rival y es mucho más que un aliado: lo has traído tú, para ella es una extensión de ti y te ha convertido en el Papá Noel de la perversión.
PASA A LA SIGUIENTE FASE
El rabbit está bien, los de látex de toda la vida son estupendos, pero en tus primeros diez minutos de investigación en Google descubres que hay tantas opciones que no te las terminas. En la zona juguetera de Lily Blossom tienen todo lo que puedas imaginar y algunos que no hubieras sospechado. Los hay con formas llenas de recovecos, los hay que se pueden enfriar en el congelador o calentar en el microondas para jugar con las texturas, los hay rematados en una calavera para recordar tu etapa gótica y los hay que se colocan como un guante para que las yemas de tus dedos hagan de batidora. Y luego está todo el universo de los mandos a distancia, tan de picnic primaveral, y los huevos, las bolas y los anillos (esos para ti). La siguiente fase acaba de empezar y es la de “¿está el enemigo? Que se ponga”.
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/el-vibrador-no-es-el-enemigo/19721