Por qué se pintan los labios a pesar de que les pedimos que noNo me gusta que a los toros
te pongas la minifalda (bis)
La gente mira parriba,
porque quieren ver tu cara
y quieren ver tus rodillas.
Cuánto daño, Manolo Escobar. Cuánto daño.
Tengo la teoría de que la liberación sexual de la mujer y casi todo el feminismo imperante no son iniciativas desarrolladas por propia convicción, sino para rebatir el rancio ideario del célebre tonadillero español.
Él es quien tiene toda la culpa de que las chicas no nos hagan caso cuando les hacemos la más mínima recomendación a la hora de vestir o de maquillarse. Escobar, cuanto daño.
El título de este artículo no es un intento de dominación sobre la mujer, preciosa especie, sino una apología de la belleza natural, de la cara lavada como espejo de una mente limpia y del talento en bruto que nos enamora después de una noche compartida. En ese caso las legañas son piedras preciosas fruto de una conquista elaborada.
No se interprete este humilde ensayo como un intento de acoso y derribo a todas las compañías de barras de labios y maquillajes. Hacen una buena labor, sobre todo si hay hombres caprichosos a los que les gustan ese tipo de aditivos. Bien aplicados dan lustre, son necesarios en TV y llenan de color la cara de la amada en un día pachucho. Pero, de verdad, no son imprescindibles para resaltar los talentos por los que las hemos elegido.
Me legitiman otros tres motivos que a ellas les producen sonrojo y que tanto a mí como a otros de mi calaña nos han incomodado alguna vez:
1. Tomas una copa con ella y tiene TODOS los dientes rojos. ¿Se lo dices y se avergüenza o no se lo dices lo descubre en el baño, se avergüenza y te lo reprocha?
2. Veis una película juntos en tu sofá de piel blanca y cuando se va ha dejado un rastro como de arenilla marrón con dos agujeros a la altura de los ojos y otro a la de la boca. Lo que comúnmente se conoce como el Acid House. Si es de tejido, ya puedes ir comprando otro.
3. Un beso atornillado propinado a un tipo con gafas puede hacer el mismo efecto que una noche sin luna. Si sus lentes han sido alcanzadas por maquillaje facial no volverá a ver hasta que encuentre un grifo y una buena dosis de jabón. Muy poco práctico todo.
No es un trato desequilibrado el que procuro firmar. Si ellas muchas veces nos han preferido con melena grunge en vez de con peinado a raya y con camiseta básica y pantalón vaquero en vez de con pantalones de pinzas y camisa con chorreras, hago extensiva esta misma petición a todas las novias abiertas de mente del mundo.
Se me ocurre que, como compensación, podría dejar de ir al gimnasio un tiempo para evitar llenarme de todos esos bultos tan desfavorecedores que te salen cuando haces demasiadas pesas.
¿Las rodillas, Manolo?, por el amor de dios.
PD: También está la variante zapatos de plataforma, pero esa, amigos, es otra historia.
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/por-que-se-pintan-los-labios-a-pesar-de-que-les-pedimos-que-no/12763