De cómo el colapso de Blackberry acabó en una historia de derrotaEsta es una historia de derrota. La que ayer se dio mientras Blackberry quebraba a escala casi planetaria.
Es una historia de derrota en la que Pedro se despierta a las 7 y media de la mañana sin hacer mucho ruido. Ha pasado todo un fin de semana con Loreto, con la que empezó a verse hace cosa de un mes; y hoy por primera vez se ha quedado a dormir en casa de él. La chica tiene turno de tarde y anoche pactaron que cuando marchara algo después, tiraría de la puerta sin más.
Sin ninguna gana de despertarla, le da un suave beso en la frente y una vez en la calle comienza a trastear con su blackberry para cambiar su estado de "Sólo Teléfono" a "Normal" para que no se le escape ni un aviso. La mala pata viene cuando la única función que aún soporta su botón táctil (de connotaciones inevitablemente sexuales, y en realidad lo único que tiene táctil en contraposición con el futurismo todocampista de la competencia) es la de deslizar, pero no la de seleccionar. Cuando aprietas no ocurre nada, conjunto vacío. Un error en Blacktrix.
Como en otras ocasiones, otros bugs, Pedro opta por apagar el móvil y volver a encenderlo, medida que repite esta vez sacando la batería, pues en un concesionario (¿se dice concesionario?) le han dicho que con cinco minutos separados teléfono y pila vuelven a entenderse perfectamente en un trasunto actualizado de lo que siempre ha hecho con el mando a distancia con desiguales resultados.
Una vez perpetrada la escaramuza el botón sigue sin funcionar, pero no pasa nada porque en cinco minutos va a llegar al trabajo. Allí sí podrá consultar los mails que casualmente no le están llegando al móvil cuando a estas alturas de la mañana ya suele tener un par o tres de Groupalia.
Apenas media hora después, Loreto se encuentra un post it en la nevera donde pone que hay café reciente en la cafetera y naranjas en el cajón de abajo. El mensaje termina con un corazón analógico: "Qué mono", piensa ella. Sentimiento que quiere expresar también en formato whatsapp. "Qué mono el corazón, Pedrito. Ya te echo de menos", teclea desde su Android antes de dar a "Enviar". Aparece un solo "tic". Pedrito debe de estar reunido.
Bebido el zumo, terminada la reunión, debatido en todos los corrillos mundiales si el fin del mundo era Grecia y concretado que seguramente no, que el verdadero Apocalipsis tenía más que ver con el fin de la hegemonía del Real Madrid en el corazón de los españoles, Pedro se encamina al Jamaica a por su barrita de pan con tomate de media mañana, menú que está por cambiar por fruta del tiempo y así estar más en forma para ELLA.
Aprovechando el socialmente aceptable (y contractualmente pactado) abandono del puesto de trabajo, nuestro hombre aprovecha para mandar a su actual amada un acaramelado mensaje. "¿Peli y pizza esta noche, cielete?", escribe diciéndose para sí que las calorías compartidas lo son menos y absolutamente ajeno a que dicho mensaje iba a ser conocido por todos los lectores de este artículo.
"Mensaje fallido", concreta su BlackBerry Curve 8520 en forma de reloj impasible y burlón. "¿Qué hago?, ¿le mando un mensaje o la llamo?", se dice. Si espero, quizá quede con sus amigas a contarles qué tal el fin de semana y me quede colgado. Jo, pero es que ando algo mal de saldo este mes. ¿Y si espero y la llamo desde la oficina? Bah, ahí no hay intimidad. Bueno, voy a sacar la batería y a ver si recarga ahora”, resuelve.
Así pues, con un café que ha comprado para llevar en una mano, la tapa de su smartphone en otra y el resto del dispositivo entre dos dedos, Pedro Díaz Pacheco se dispone a cruzar la calle Goya a la altura de Príncipe de Vergara. Inevitablemente, como ocurre en todas las historias de derrota, la tarjeta SIM, que también ha extraído para mayor efectividad de su ñapa tecnológica, cae al suelo sobre una de las bandas blancas del paso de cebra, y en un movimiento casi irreal (recordemos: Blacktrix) que los cronistas de sociedad no dudarían ni un momento en catalogar consensuadamente como "maniobra de la zarigüeya", el protagonista de nuestra historia, café derramado mediante, resbala, se precipita y cae sobre el tendido partiéndose el cuello en el acto.
Los servicios del Samur nada pueden hacer por salvar su vida y se hace muy difícil la identificación del cadáver por haberse dejado olvidada la cartera en la oficina. Su móvil, absolutamente desmembrado, tampoco sirve de mucha ayuda a la policía al no contar con la contraseña, y es en estas que Loreto, sin respuesta -ni propuesta de plan para esta noche (y el teléfono de él desconectado todo el día)- del que podría haber sido su marido (ella así lo pensaba esta mañana al ver ese corazón analógico), acepta con desgana unas cañas after work con su ex, que está atravesando por un bache últimamente.
Pasan tres días hasta que la joven, muy enfadada ya, se entera por Facebook de que su cornudo ex amado ha muerto. Y es entonces que Steve Jobs se cobra una venganza poética desde las alturas como colofón a esta historia de derrota que solo necesitó de un pequeño colapso de la red RIM para concretarse.
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/de-como-el-colapso-de-blackberry-acabo-en-una-historia-de-derrota/15417