Algunas personas viven tan hipnotizadas por el enamoramiento, que pierden la oportunidad de amar.
A medida que nos alejamos del romance embriagador, se abren oportunidades para construir afecto consciente y real. A diferencia del enamoramiento, el amor se construye mediante actos propios y es una obra que nunca termina.
¿Quieres disfrutar de tu pareja o padecerla?.
Si lo que deseas es construir una relación sólida y plena tendrás que estar preparad@ para asimilar el desencanto.
El amor pleno exige comprometerse de forma concienzuda con una persona real. No se trata de proyectar sobre el otro la imagen que tenemos de nosotros mismos, ni de imaginar lo que es. Se trata más bien de empezar e conocerle, aceptarle y construir nuestra vida en común.
El enamoramiento es un estado mental involuntario, alterado, y a menudo ilógico, que nos lleva a desenfocar la realidad.
Desde el punto de vista bioquímico se inicia en la corteza cerebral, pasa al sistema endocrino y se transforma en respuestas fisiológicas y cambios químicos ocasionados en el hipotálamo mediante la segregación de dopamina, la cual conduce a un estado de euforia desmesurado.
Para la persona enamorada el otro ocupa la mayor parte de su pensamiento e interfiere incontroladamente en su actividad normal. Es como si el resto del mundo desapareciera. Quién experimenta esta emoción sentirá fácilmente rubor, sudoración, alegría, ganas de reír, cosquilleos en el estómago o taquicardia. Puede incluso perder la noción de las propias necesidades (sed, hambre, frío, calor o sueño…) y pasar horas contemplando, idealizando, complaciendo y tratando de impresionar a su enamorad@,
Afortunadamente para nuestra subsistencia, el enamoramiento tiene fin. Y aunque no siempre nos enamoremos de alguien que nos convenga ni siempre el enamoramiento se convierta en amor, a menudo la silueta de una pareja comienza a dibujarse en los estertores del romance idílico.
Después de unas semanas, meses o años, cuando el enamoramiento se desvanece, salen a la luz los defectos y esa locura inicial puede transformarse en desprecio, rencor o indiferencia. También en amor. Todo dependerá de la madurez emocional, del afecto, de la compatibilidad entre las personas, de lo que se aporten mutuamente en su proyecto de vida y de la voluntad.
Hay personas adictas al enamoramiento que abandonan la relación, para no tener que lidiar con frustraciones ni con la realidades. Van de un enamoramiento a otro persiguiendo espejismos y perdiéndose el amor. Son personas que han escogido inconscientemente la opción de vivir en soledad o de no profundizar en los individuos reales de los que una vez se enamoraron.
Una relación sólida de pareja nace en todo caso de la consciencia. De asimilar el desencanto que implica esa desaparición de las princesas y los príncipes, de las personas perfectas e imaginarias para contactar ilusionadamente con el ser real de carne y hueso que se halla a nuestro lado.
Se empieza a amar no cuando se encuentra a una persona perfecta, sino cuando se aprende a ver perfectamente a una persona imperfecta.
Si existe una zona de bien común en la que ambas personas puedan intimar, crecer y desarrollarse habrá espacio para construir una pareja sólida.
El amor debe construirse cada día desde los defectos y virtudes de la pareja, desde la responsabilidad de cada uno de sus miembros, cultivando el vínculo con amistad, respeto, comprensión, aceptación paciencia, comunicación, afecto y proyectos en común. Requiere un acto delibrado de compartir y de re-conocimiento.
Si te empeñas en querer de una forma inmadura, exigente y fantasiosa, imponiendo tus deseos y tus creencias al otro solo sufrirás desengaños. La pareja no es una suma de dos personas perfectas. Es más un conjunto de luces y sombras en el que ambas partes se reconocen, se cuidan y se aceptan generando mutuo bienestar.
El amor real y consciente se da y se recibe con los ojos abiertos.
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