Por Pablo Nachtigall
Cuenta la Biblia que Adán fue el primer hombre que hubo en la creación y estuvo 3 horas en un mundo que era perfecto: todo fluía con naturalidad, él no precisaba esforzarse por nada. La Torá nos narra que Adán tomó el fruto prohibido del árbol del conocimiento. Al momento de hacerlo fue arrojado al mundo terrenal, no el paraíso que él estaba acostumbrado, en donde tenía que esforzarse por obtener aquello que antes le resultaba fácil y fluido. Algunos sabios de la Torá explican que Adán trasgredió porque al no ver el esfuerzo que conllevó la creación del mundo, no era conciente de la importancia y valor de esforzarse en la vida.
Cuenta la Torá que Adán quiso volver al paraíso y le pidió a Dios que lo restituyera allí. Pero Dios le explicó que si realmente deseaba eso, debía esforzarse en construir dicho paraíso. Continuó explicándole que lo había dotado de las herramientas y cualidades necesarias para crear un paraíso en el mundo actual pero ello implicaría trabajar arduamente. Ya nada sería como antes.
¿Te esforzás lo suficiente?
A veces entramos en estados psico-emocionales negativos de desaliento, angustia y desazón debido a que como Adán, esperamos ser satisfechos sin querer hacer nuestro mejor esfuerzo, por ende nos quedamos molestos e irritados, culpando al mundo de nuestra falta de iniciativa y acción. Por ejemplo es difícil lograr un vínculo de pareja saludable y sustentable si estamos inmersos en esta posición psicológica infantil. Como le sucedió a Adán, puede ocurrirnos que busquemos entablar una relación de pareja que nos proporcione todo, en vez de asumirnos adultos responsables
Los resultados que cosechamos en las diversas áreas de nuestra vida responden a este esfuerzo conciente y enfocado que efectuamos. Es cierto que para algunos es más accesible y fluido tener pareja, mientras que para otros lo es ganar dinero. Quizás para vos sea difícil ambas cosas. Cada uno de nosotros tiene sus desafíos para lidiar. ¿Quién dijo que tener dificultades en un área de la vida sea algo malo? Los sabios de la Cabala nos explican que los obstáculos que percibimos en nuestra vida diaria, son una bendición oculta que nos permiten sacar lo mejor de nosotros. Si tuviésemos todo fácil, como lo tenía Adán en el paraíso, no experimentaríamos deseo alguno por cambiar ni avanzar. Seriamos niños a la espera que el mundo nos provea de lo que precisamos, por ende… ¿Para que esforzarnos en la vida por cambiar y crecer?
Muchas personas buscan permanecer en un “paraíso” carente de problemas y viscitudes, por lo que terminan aislándose y evitando generar nuevas situaciones en sus vidas tales como pareja, oportunidades laborales o nuevas amistades. Temen arriesgarse a lo nuevo y exponerse a las frustraciones.
Los sabios del Talmud, explican: “Un grano cosechado por la persona es mucho mejor que 9 granos regalados”. El esfuerzo en alcanzar algo muchas veces nos trae un sabor diferente, que nos ayuda a valorar y apreciar realmente lo que tenemos. Por otra parte nos ayuda a entrenarnos y descubrirnos como personas con habilidades ocultas. Cuando nos esforzamos en dirigirnos hacia donde deseamos, podemos sentir miedo pero también estamos vivos. Y lo mejor de todo es que sacamos a la superficie aquellas capacidades y potencialidades que se mantenían dormidas dentro de nosotros.
Y vos… ¿Qué resultados esperas de tu vida actual? ¿Cuáles son aquellas áreas en tu vida en las que precisas esforzarte realmente para cambiar y crecer? ¿Estás dando lo mejor de vos…o estás esperando que te den en “la boca” lo que deseas? Esforzarse tiene sus riesgos…y también sus grandes ventajas.
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