Todos los tenemos. Nadie escapa de ellos.
Toda historia de éxito los contiene. Y las de fracaso, también. Pero en el manejo de éstos es dónde se define la victoria o la derrota.
Hay quienes creen que su existencia significa que no deben seguir. Hay quienes se pierden en el juego y confunden su significado.
Sólo quienes comprenden el propósito de éstos, manifiestan la “alquimia” transformando lo que para la mayoría es una adversidad, en lo que para los que triunfan es una oportunidad.
Obstáculos. Problemas. Desafíos. Retos. Adversidad. Crisis.
¿Por qué? “¿Por qué a mí?”, dicen algunos.
Entender las razones y las causas de que algo se manifieste en tu vida es útil si esa búsqueda se convierte en claridad y cambio. Claridad para marcar mejor tu rumbo y cambio para ser más eficaz en el logro de lo que buscas.
Pero la mayoría de la gente, cuando se pregunta el por qué de sus tribulaciones, se queda atrapada en la culpa. O cuando menos, en la sensación de una autoestima debilitada por la realidad del momento.
Antes que buscar el por qué, es de mayor valor explorar el para qué.
Más que la razón, es una cuestión de propósito. ¿Cuál es el propósito de los obstáculos? ¿Para qué sirven?
Algunos te dirán que es para que abandones el camino. Argumentarán que las barreras son una indicación de que por ahí no es el camino. Los más negativos, dirán que los fracasos son muestra de que no tienes con qué.
Pero, ¿quiénes hablan así?
Los que no han logrado sus sueños. Los que se han quedado atrás. Quienes se han conformado con una pálida versión de lo que una vez creyeron que era posible.
Pregúntale a alguien que está viviendo su vida plenamente. Interroga al que ha triunfado. Pide consejo al que está del otro lado del fracaso. Explora qué piensa el que exuda plenitud.
Te dirán algo totalmente diferente.
Te entregarán un significado, un entendimiento sobre lo que significa un obstáculo, que es opuesto al de la mayoría.
Y no en vano lo han logrado. No por casualidad son quienes son.
Palabras más, palabras menos, te dirán lo siguiente:
Los obstáculos no están ahí para impedirte lograr lo que quieres. Las barreras aparecen en tu camino para darte el chance de mostrar cuán intensamente quieres lo que deseas.
Si no entiendes esto, al buscar entender el por qué algo sucedió te enredarás en la culpa y se debilitará tu determinación a lograr.
Es cuando comprendes que las barreras, los obstáculos, las adversidades, los desafíos y los problemas no están ahí para frenarte, sino para que decidas qué tanto lo quieres y fortalezcas tu carácter, podrás indagar en las causas con el entusiasmo por encontrar la próxima clave que te permitirá llegar más allá.
Los obstáculos no existen para frenar a quienes realmente están comprometidos con su éxito. Están ahí para detener a todos los demás.
Ante las circunstancias negativas en las que te puedas encontrar, recuerda esto: ellas también pasarán.
Así como ha sido todo en tu vida. Llegará en momento en que no estarán. Son circunstancias. Son eventos. Son etapas y estaciones.
Te toca a ti decidir si tu compromiso con lo que quieres es tan transitorio como el problema del momento, o si es ahora la oportunidad para conectarte con tu fuerza interna y avanzar.
Porque el éxito está lleno de obstáculos, de caídas, de tropiezos y equivocaciones.
Quienes lo conquistan no son perfectos. No son inmunes. Son simplemente seres de carne y hueso que deciden, ante cada nuevo desafío, perseverar. Una y otra vez.
Personas, como tú, que eligen entender que cada obstáculo es una oportunidad para renovar y reforzar su fe, su determinación y su convicción puesta en acción por mejores posibilidades.
¿Cuál es el verdadero significado de tus obstáculos? El que tú decidas.
En ti está relacionarte con lo que te sucede de manera potenciadora. De ti depende aprovechar las circunstancias para definir tu fe y poner tu determinación en acción.
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