Nuestras creencias son las ideas que tenemos acerca de cómo somos, cómo son los demás, cómo son las cosas, cómo hay que vivir nuestra vida, cómo son las relaciones y el mundo en general. Las creencias condicionan nuestro comportamiento, nuestra comunicación interna y percepción de la realidad.
Construimos nuestras creencias a través de las experiencias personales vividas, escuchadas y hasta inventadas.
Si queremos saber por qué hacemos las cosas de una manera determinada podemos buscar la explicación en nuestras creencias. Cuando realmente creemos en algo, nos comportamos en consecuencia con respecto a esa creencia rechazando cualquier idea contraria.
Solemos ajustar la realidad a nuestras creencias aun que muchas de ellas muestran una clara falta de lógica.
Cuando llegamos a conocer nuestro sistema de creencias podemos percibir con mayor claridad qué cosas nos afectan de modo determinante. Un paso importante es convertirnos en observadores de nosotros mismos, eso nos ayudara a ser más flexibles para adaptarnos a las circunstancias que se nos presenten.
Las creencias limitadoras que más nos afectan están en el inconsciente. Por eso resulta más difícil identificarlas. Estamos repletos de esas creencias: “nunca conseguiré dejar de fumar”, “soy un desastre para…”, “jamás adelgazaré”, “nadie me entiende”, “la vida es dura”, “todo tiene su precio”…
Nuestro cerebro acepta mejor lo conocido. La consecuencia negativa es que rechazaremos todo cuanto no conocemos y, como contrapartida, muchas riquezas potenciales. El progreso siempre requiere cambio y el cambio supone algo desconocido. Y por lo mismo asusta.
Si tenemos la sensación que no podemos conseguir lo que queremos, el objetivo nunca será alcanzable para nosotros. Y si nos preguntamos..¿ Qué me impide alcanzar mi objetivo ?
El primer paso para liberarnos de las creencias limitadoras es reconocer que esas no son inmutables. Siempre podemos modificarlas. Cualquier progreso importante se da por una ruptura con lo conocido, con lo creído.
Debemos creer en tres cosas:
- No existen fracasos, solo hay resultados.
- Un error es una oportunidad, porque es información.
- Si creo que puedo, podré.
“Es preciso aceptar que, cada uno de nosotros, somos algo importante, valioso. No más que nadie, pero tampoco menos que nadie. Y que por ello merecemos respeto, empezando por el que debemos tener con nosotros mismos.”
Una historia para pensar:
“ Un famoso psicoterapeuta, Abraham Maslow, tenía un paciente que estaba convencido de ser un cadáver. Naturalmente, todos los razonamientos - cerebro cognitivo - se desvanecían ante su firme convencimiento - cerebro emocional-. De repente, Maslow tuvo una idea que juzgó definitiva:
- ¿ Los cadáveres sangran? - preguntó a su empecinado paciente.
- ¿ Qué tontería! Todo el mundo sabe que un cadáver no puede sangrar - respondió éste convencido.
Nuestro psicólogo, que se había provisto a escondidas de un alfiler, pinchó repentinamente la yema del pulgar de su paciente.
- ¿ Lo ve ? - gritó, rebosante de lógica, al ver brotar la sangre del dedo del “cadáver”.
- Pues ahora resulta que sí que sangran - admitió sorprendido el paciente.”
Una creencia siempre se las arregla para llevar razón.
“El hombre es lo que cree” Antón Chéjov.
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