Había una vez un Mago que habitaba los desiertos de África. Su poder había asombrado al mundo en innumerables ocasiones. Había sido capaz de mover los vientos, de hacer brillar luces en el agua y de crear atardeceres inéditos, sólo para enamorar a su amada.
Su poder era lo más preciado de su vida. Se consideraba un privilegiado por haber podido comprender El Mundo y aprovechar su Fuerza para crear las cosas que su Corazón le susurraba. Era consciente de que lo más difícil no había sido encontrar su Poder, sino mantenerlo.
Durante muchos años honró la Fuerza que nacía de su Interior y que era capaz de crear Vida donde sólo había oscuridad. Su Altar recibía ataques a diario provenientes de su propio Interior, pero él había aprendido muy bien a defenderse de ellos. Siempre salía victorioso de todas las batallas. Hasta que un día se encontró con un enemigo, aparentemente inofensivo. Se batieron en duelo y el Mago venció. La misma batalla se volvió a repetir al día siguiente. Y volvió a vencerla. Y nuevamente se repitió al día siguiente. Y otra vez venció. Y así sucesivamente durante 100 días.
El día 101, el Mago del desierto, tenía sus fuerzas mermadas por el desgaste provocado por tantos días de lucha. Libró la “rutinaria” batalla, pero esta vez fue vencido. – No pasa nada- se dijo,- no es la primera vez que soy derrotado. Me levantaré y curaré mis heridas.-
El día 102, antes de que el Mago se hubiese recuperado de la derrota, su enemigo volvió a atacar. Y, como el día anterior, le venció. Nuevamente se dijo: – No pasa nada. Ya he sido derrotado en más ocasiones. Me levantaré y curaré mis heridas.-
Durante 100 días más, el Mago del desierto libró batallas con su “inofensivo” adversario y fue derrotado en todas ellas. Ahora, la confianza en sí mismo que denotaban sus palabras en las primeras derrotas había desaparecido: – No sé cómo vencer a mi enemigo. Me ha derrotado en 100 ocasiones.-
La destrucción del Mago había comenzado. Su enemigo había conseguido su objetivo: sembrar el miedo en él. Sabía que el miedo anulaba el poder del Corazón, el fundamento de la Magia. El Mago ya no podía hacer Magia. Había perdido su poder. Ya no era un Mago.
Siguieron luchando otros 100 días y, todos ellos, el Mago fue derrotado.Ya hacía tiempo que el miedo se había apoderado de su mente. Estaba tan lejos de la Magia que empezó a sentir miedo de no recuperarla jamás.
Pensaba que la única forma de que volviese a su vida era vencer la batalla matando a su oponente. Eso le mantuvo en la lucha 100 días más. Pero no fue capaz de ganar a su enemigo ni una sola vez.
Una noche tras la batalla, mientras lloraba con su rostro ensangrentado por la angustia de verse impotente ante la Vida, entendió que si seguía luchando moriría. Tenía que rendirse, aun siendo consciente de que eso suponía no volver a recuperar la Magia jamás.
Con las dunas del desierto como testigos alumbradas por la luna , habló desde lo más profundo de su Ser con las Estrellas:
- Dejé entrar al miedo en mi Interior y, poco a poco, fue alejándome de mi Corazón. Ahora estoy perdido y no sé volver hasta él. Si quiero seguir con Vida, tengo que dejar de luchar. ¿Qué más da que haya rozado el cielo? Ahora el cielo no está y luchar por él sólo me roba vida.
¿Qué pasaría si todo lo que me restase de vida no estuviese bañado por la Luz de la Magia? No seria tan malo.
Sí, seguro que todo es más bonito cuando uno lo mira desde lo profundo del Corazón. Renunciar a ver la Magia de las cosas será duro. Pero más duro será no poder verlas.
Perdí el Privilegio. Lo hice lo mejor que pude y luché con todas mis fuerzas para mantenerlo. Pero demasiada Ira y demasiado Miedo me hicieron salir de aquel maravilloso mundo.
Sea como fuere, ahora la Magia no está. O por lo menos no la veo. Y no sé si volverá. Podría pasar toda la vida y que no volviese a visitarme. Pero yo seguiría sonriendo, seguiría recibiendo Amor, seguiría comiendo, mirando, en definitiva, viviendo. Mi vida estaría fuera de mi control, pero viviría. Como cuando uno viaja en una caravana. No conduce él, pero por lo menos va viendo el paisaje.
¿Qué mas me da que no vuelva La Magia? Quizás la encuentre a la vuelta de la esquina dentro de unos años. O quizás no. Pero hasta que llegue ese momento tengo que vivir.
El pasado a veces es un lastre demasiado pesado, sobre todo cuando lo comparas con tu presente y te gusta más lo que fue.-
El Mago esperaba sentir furia hacia sí mismo por haber renunciado a luchar, pero en cambio sintió que un gran peso había dejado de presionarle. Se sentía ligero, liviano y confiado ante lo que tuviese que venir. La batalla había terminado. Daba igual que se hubiese rendido. Ya no tendría que luchar más.
Aquella noche le invadió una gran paz se Espíritu. Sabía que la Vida había ganado la batalla. Ahora que el miedo no estaba, la Magia podría volver a habitar en él.
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