Todos pasamos por momentos difíciles al vernos enfrentados a situaciones inesperadas o que interrumpen, de alguna manera, el ritmo que llevaba nuestra vida, poniendo en riesgo nuestra estabilidad o felicidad. Pero lo cierto es que mientras más rápidamente seamos capaces de aceptarlas, más sencillo nos resultará afrontarlas y superarlas.
Cuando entramos en la negación, es decir, en el proceso en el cual nos resistimos a aceptar lo sucedido, tratando de pensar en lo que pudimos haber hecho para evitarlo o buscando los posibles culpables de los que nos sucedió para enviarles todo de tipo de sentimientos y pensamientos negativos, como si de esta manera pudiéramos borrar lo sucedido, lo único que conseguimos es extender y profundizar nuestro malestar, porque el hecho en sí no podemos cambiarlo.
Es preferible armarse de valor y fortaleza para aceptarlo y hacer cuanto sea necesario para incorporarlo a nuestra realidad, de manera que podamos usar las herramientas esenciales que tenemos para asimilarlo y buscar la alternativa que nos permita seguir adelante con nuestra vida, sin dejarnos amilanar por la dificultad que encierra ni por los comentarios negativos o desalentadores que nos hagan los demás.
Recordemos que las cosas pasan siempre por alguna razón y que si estamos suficientemente atentos, sin justificarnos o sentirnos víctimas, seguramente podremos descubrirlas a tiempo de comprender y aceptar lo sucedido con más naturalidad, inclusive con un sentido positivo que nos traiga madurez y crecimiento personal.
Evita pensar en todo lo que pudiste hacer para que no sucediera, pues estoy segura de que ninguna de esas ideas logrará cambiar el resultado, y tampoco te ayudará a sentirte mejor; por el contrario, te hundirá en un estado de pesimismo, tristeza y rabia que en lugar de impulsarte a la superficie de tu vida emocional para recuperar el control, hará que te escondas a sufrir el proceso. No te pongas a imaginar todo lo malo que te puede pasar como consecuencia de lo sucedido y en lo difícil que te será resolverlo, porque terminarás agravando la situación y dificultando su solución, al pensarte incapaz de superarla.
Lo que verdaderamente puede ayudarte es compartir lo que te sucede con aquellas personas que sabes que pueden animarte y aportar ideas concretas para solucionar o transformar la situación en la que te encuentras temporalmente; salir afuera a caminar, respirar y oxigenarte para ganar fortaleza y confianza; recordar momentos en los que pensaste en que no podrías y lo lograste, hasta el punto en que en este momento no recuerdas los detalles; distraer la mente, ir al cine, ver televisión, hacer jardinería... realizar una actividad que te conecte a la tierra y al presente; pensar que tu vida está compuesta por muchas otras áreas en las que todo sigue funcionando muy bien para que, apoyado en ellas, puedas minimizar la gravedad de lo sucedido y sentir que tienes la capacidad de afrontarlo y resolverlo.
¡Tú puedes salir adelante!
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