El estilo de vida acelerado que llevamos la mayoría de las personas hoy en día hace que perdamos la perspectiva de lo que es verdaderamente importante en nuestras vidas.
Es necesario bajarle la velocidad a la actividad frenética que llena nuestros días, hacer un alto para reconocer que estamos vivos, que tenemos familia, amigos, trabajo, un lugar donde estar y que solo podemos percibirlo si estamos en presente.
Aprender a canalizar el estrés, liberar la ansiedad, vencer el hábito de preocuparnos por todo, evitar suponer lo que ocurrirá más adelante anticipando que será negativo, sanar las heridas afectivas que mantenemos abiertas, desconectarnos del pasado aceptando que no podemos cambiarlo sino transformarlo en parte de nuestro aprendizaje y crecimiento... todo ello nos ayudará a experimentar relaciones más satisfactorias y a tener una vida mejor.
Una herramienta por excelencia para recuperar y mantener el balance y la serenidad es la de meditar. La meditación no es una práctica religiosa, es una práctica que nos ayuda a desconectarnos de todo aquello que nos inquieta, que nos causa estrés y también, de lo que nos rodea externamente, para reconectarnos conscientemente con la paz que existe en nuestro interior.
La sensación de haber pasado solo cinco minutos en ese estado se compara con la que experimentamos luego de haber dormido ocho horas con un sueño profundo y reparador.
En mi caso aprendí a meditar a los 20 años, con una técnica sencilla que todavía hoy practico y que en solo minutos me permite descansar, recargar mis baterías esenciales, aclarar la mente, aquietar mis emociones y regresar de nuevo con la serenidad que me permite afrontar las situaciones cotidianas de una mejor manera.
Meditar no solo nos ayuda a canalizar el estrés, también nos permite recuperar la claridad mental y experimentar la sensación de sentirnos más seguros y conectados con el ritmo de la vida.
Claves para meditar
Buscar un lugar agradable. Es ideal que podamos practicar la meditación en un lugar donde nos sintamos seguros, tranquilos y confortables. Puede ser en tu habitación, en un lugar especial de tu casa donde puedas tener intimidad o simplemente, puedes hacerlo sentado en un jardín, al aire libre. Con la práctica, ese lugar comenzará a impregnarse de una energía positiva que facilitará tu relajación.
Practicar con disciplina. Es importante que elijas una hora del día en la que puedas por unos minutos desconectarte de los asuntos pendientes, e inclusive apagar el celular para que puedas relajarte con más facilidad. La práctica diaria te ayudará a conseguir entrar en ese estado de todo y nada que produce una meditación.
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