El doctor, Scott Rogo, fue un eminente parapsicólogo, que dedicó su trabajo al estudio de todo aquello que resultaba desconocido. En su libro “The Haunted Universe” (edición española: El universo Encantado. Edit. M.R), nos describe un caso ocurrido a su colega Raymond Bayless, que más tarde le motivo para interesarse por el fenómeno de las desapariciones instantáneas. Esta es la historia, contada por el propio testigo:
“El hecho ocurrió en el verano de 1957. Soy artista profesional, y en aquel momento me hallaba dando instrucciones a uno de mis estudiantes. No había nada en el cuarto, a excepción de un caballete y dos taburetes de cuatro patas. Fuera de esos escasos muebles, la habitación estaba desnuda. Como tenía una amplia ventana orientada hacia el norte, por lo general aparecía muy bien iluminada. El piso estaba formado por losetas de linóleo, sin alfombras de ningún tipo.
Mientras daba a mi alumno una serie de consejos sobre un punto muy importante en pintura, sostenía en la mano un pincel Delta 2, de mango largo. En un descuido, el pincel se escapó de mi mano. Los dos oímos un fuerte ruido cuando golpeó contra el suelo. Me incliné a recogerlo... ¡Había desaparecido! Se había desvanecido en el aire. Por supuesto, tal cosa es imposible. Un pincel no puede desaparecer así en un cuarto desnudo. Y sin embargo, eso fue lo que sucedió. Ambos lo buscamos, pero se había esfumado por las buenas. Recuerdo que lo único que había en la habitación era un caballete y dos taburetes, además de nosotros. El pincel no podía perderse. Aparentemente, desapareció del cuarto después de chocar contra el suelo”.
¿Pueden realmente desaparecer las cosas de este mundo conocido? Si éste hubiese sido un caso aislado, diríamos que no, pero en vistas de que el fenómeno se produce con más frecuencia de lo que parece, nos vemos obligados a, por lo menos, quedarnos con la duda.