En la década de 1920, el periódico “Daily News”, recogió en sus páginas un suceso realmente extraño. Más tarde, Dennis Bardens, lo incluyó en su extraordinario libro “Poderes secretos de los animales”. Esto es lo que contaba:
Mi esposa había ido de compras al centro llevándose a Bill, el bulldog de la familia. Debido a un resfriado, nuestro hijo Christopher, de cinco años, se quedó en casa conmigo. Estábamos sentados junto a la lumbre, casi en penumbra, escuchando la radio. Debían de ser las cinco y veinte, pues la «Hora de los Niños" había empezado unos cinco minutos antes. De repente, en medio de un gracioso relato, Christopher lanzó un grito extraño y sordo. Lo miré y vi horrorizado que sus ojos fulguraban como los de una bestia, cambiando del verde al rojo y del rojo al verde. El grito sordo se repitió; era como el aullido propio de un perro o un lobo, pero, desde luego, no humano.
Me precipité hacia el niño y lo abracé. Temblaba. Tenía una palidez mortal. Lentamente el aullido se extinguió y el horrible fulgor desapareció de sus ojos. Dijo entre sollozos: «Están matando a mi perro. Mi pobre Bill está muerto.»
Poco más tarde mi esposa llegó en taxi, profundamente perturbada. En la calle había aparecido un perro alsaciano rabioso. Perseguido por una multitud enardecida, saltó sobre mi esposa y la derribó. De no haber sido por Bill, la hubiese mordido. Bill se arrojó sobre el cuello del alsaciano, los dos perros se trabaron en lucha y en plena pelea un policía tuvo que matarlos a ambos. Eso ocurrió a las cinco y veinte.
¿Telepatía entre el animal y su pequeño amo? Quién sabe.