Estudios científicos han descubierto que las relaciones de amor intensas, generan en nuestro cerebro una especie de “raíces o “anclas”, que de manera recurrente mantienen activos nuestros recuerdos. Dichos estudios, nombran la existencia de un circuito neurológico que graba con mayor intensidad, los recuerdos dotados de más carga emocional. -
Según los especialistas, quedarse solo tras una relación, no ayuda ni beneficia a superar el final de la misma. La soledad o la sustitución de la misma con una pareja nueva, no evita que nuestro cerebro siga repitiendo recuerdos. Los neurólogos catalogan con el nombre de “conflicto cerebral” a esta situación (la relación finaliza pero nuestra mente sigue emitiendo imágenes y sensaciones corporales).
En nuestro cerebro existen dos estructuras en el lóbulo temporal. Una de ellas denominada hipocampo donde encontrarnos la memoria declarativa y de fijación, y la otra llamada amígdala, que contiene la memoria emocional. Digamos para entenderlo con sencillez, que para que la información declarativa se distribuya a nivel cerebral, tiene obligatoriamente que existir un contexto emocional, (como ejemplo podríamos poner una situación vivida con gran amor) es entonces cuando la amígdala detecta ese contexto de emociones y genera el envío de neurotransmisores al hipocampo, incorporándose así en nuestra memoria como un fenómeno de fijación.
Este suceso explica el por qué aún después de un tiempo largo, las sensaciones y recuerdos regresan con tanta frescura a nuestro cuerpo. La amígdala envía descargas emocionales de manera involuntaria, como las palpitaciones, los sudores, mareos, etc. Cuanto mayor sea la cantidad o calidad que nuestro cerebro grabo en esa situación de afecto, mayor va a ser la grabación de datos en esa amígdala y mayor será las sensaciones que enviará de manera continuada. Es frecuente coincidir con una ex pareja, o relación pasado un año, y aun así, sentir como se desencadenan un sin fin de recuerdos tan reales como si hubiese pasado desde la ruptura tan sólo un día.
¿El tiempo lo cura todo?
El tiempo nos ayuda a olvidar porque las conexiones cerebrales van disminuyendo en intensidad. Los neurotransmisores van perdiendo potencia y esto implica que los recuerdos vinculados a las personas importantes, también pierden fuerza.
Efectivamente, el tiempo cura cualquier dolor, incluido el dolor por amor.Cuando una relación enferma, sólo nos queda enredarnos en un círculo vicioso de peleas, celos, caprichos, gritos, y sufrimiento. No merece la pena sufrir de manera interminable por amor.
Necesitamos hacer el duelo correspondiente y emprender viaje de desapego, no añorar el pasado, orientar nuestra cabeza hacia el futuro y esperar a que pase el tiempo.
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