¿Por qué no me guié por mis sensaciones? ¿Cómo pude darle crédito a esta persona? ¿Cómo puede ser que yo tenga razón si todos opinan distinto? Y luego… ¡Qué sensación amarga suele quedarnos cuando constatamos que sí teníamos razón pero no nos dimos crédito! La intuición es una función intelectual, solo que no nos enseñan a desarrollarla.
Todos nosotros y sin necesidad de ser especiales, experimentamos alguna vez en la vida ráfagas de comprensión intuitiva que a veces descartamos, o porque no las consideramos lógicas o porque no nos parecen bien fundadas. Aunque aún no nos pongamos de acuerdo al definir la intuición porque no comprendemos exactamente cómo ocurre, no es conveniente afirmar que no existe.
La intuición tiene un aspecto misterioso porque nos permite obtener información que proviene de no se sabe dónde, porque nos hace tomar conciencia de lo que no habíamos visto antes, o también darnos cuenta de algo que en realidad ya sabíamos pero habíamos olvidado. Es la percepción directa de la verdad, independientemente de todo proceso de razonamiento; es un saber que se manifiesta en nosotros sin que sepamos cómo sabemos que lo sabemos; es una función que implica una integración holística de varias facultades: el corazón, la mente, el cuerpo, todos funcionando al unísono, todos contribuyendo entre sí.
Es una función que trasciende la razón, pero que no es opuesta a ella; no la substituye, pero la complementa, no es irracional, sino que no es racional. Es la función que permite percibir posibilidades en el futuro, que nos vincula con lo creativo, con lo que nos lleva más allá de los bordes de lo que ya conocemos.
La intuición de los procesos “espirituales”, nos ayuda a comprender cuál puede ser nuestro camino en la vida, el sentido de las cosas, la naturaleza de la mente. A partir de la intuición accedemos a conocer por identificación directa los objetos de nuestra experiencia y a experimentar la verdad, ya que ésta, más que aprendida, tiene que ser reconocida.
Es bueno saber que cuanto más usemos la intuición, más la disponemos. ¿Qué podemos hacer entonces para desarrollar la intuición?
* Es necesario entrenar la atención, al hacerlo por más de unos pocos segundos estaremos haciendo el trabajo de base para desarrollar la intuición. . Suena simple, pero es más difícil de lo que parece.
* Cuando dudemos de nosotros mismos, podemos chequear con otros aquello que descubrimos por vía de nuestra intuición o también actuar lo que intuimos para así experimentar, ya que solo a partir del ensayo y el error aprenderemos verdaderamente a ser más intuitivos.
* En el silencio se puede aprender lo que nadie puede decir, es el espacio en el que verdaderamente se desarrolla la intuición: algunos meditan, otros buscan estar en soledad en la naturaleza, todo recurso es válido a la hora de aprender a estar con nosotros mismos.
* Acostumbrarnos a usar la intuición en los procesos de aprendizaje, curación o terapia, intuir si algo nos hace bien, si el proceso funciona de verdad, si el terapeuta o el maestro es adecuado para nosotros.
* La intuición se contamina cuando nos desestimamos, cuando no confiamos en nosotros mismos, cuando no estamos habituados a valorarnos. Por eso es necesario auto observarnos, conocernos a nosotros mismos, solo así podremos confiar en nosotros y solo así en los demás.
* La intuición nos puede mover a la acción y por eso muchas veces dudamos de ella, tal vez solo porque nos da terror cometer errores. Muchas veces el argumento es: “mejor me guío por la razón”, aunque no nos damos cuenta que la razón tampoco es la clave que nos facilitará el permanente acierto.
* La intuición es entonces atención relajada, se nutre de la confianza en uno mismo, nos ayuda a abrirnos a lo nuevo y a potenciar las experiencias que nos ofrece la vida; habita en el espacio de equilibrio y calma que reside en nosotros; nos enseña a reconocer que hay un punto armónico entre nuestras percepciones y la realidad; se cultiva y se aprende al reconocer que la experiencia no se trata tanto de forzar las cosas sino de aprender a estar abiertos y relajarnos en nuestros procesos intuitivos; nos enseña a confiar en nosotros y a no depender tanto de los demás cuando hacerlo es innecesario.
seryhumano.com / Lic. Fanny Libertun