Este sencillo ejercicio nos ayudará mucho en nuestro día a día. Para sacarle hierro a muchas situaciones que nos estresan y nos causan malestar, el ingenio es la clave, pero…¿Cómo conseguirlo cuando un pensamiento recurrente nos invade?
Veréis que es fácil, muy fácil, simplemente le vamos a poner humor, mucho humor.
Imaginemos que nos hemos peleado con un amigo, compañero de trabajo, pareja etc. y estamos todo el día dándole vueltas a lo que nos dijo y lo que dijimos. Esos pensamientos nos hacen estar de mal humor y no nos dejan avanzar. Pues vamos a desecharlos.
Inventaremos dos personajes, recreándonos en su forma de ser, vestir, actitudes y todo lo que queramos imaginar.
Uno el/la santo/a más santo/a que podamos imaginar, tipo San/ta bondad personificada, virgen y mártir. Este personaje seremos nosotr@s.
El otro el/la malo/a más malo/a, tipo la bruja de Blancanieves, Marquesa de Merteuil (Amistades peligrosas) o el que más rabia nos dé. Este personaje se lo asignaremos a nuestro oponente.
Ahora debemos recrear el hecho que nos perturba con estos personajes, pero dramatizándolo todo lo que podamos.
Ejemplo: Me he peleado con un compañero de trabajo. Me ha dicho que soy una desorganizada y por mi culpa no ha encontrado un informe. Yo le he dicho que él si que es un estúpido, se lleva mal con todo el mundo y no le volveré a dirigir la palabra en la vida.
Ahora le ponemos todo el drama que podamos: Que desgraciada soy, con lo buena buenísima que soy, lo bien que lo hago todo, lo que ayudo a los demás y aquí ponemos toda la salsa que nos apetezca. A la vez que con nuestr@ mal@ malisim@ cargamos todas las tintas: es una mala persona, no le quiere nadie, su mujer le aguanta yo no sé porqué, sale mucho con sus amigos pero yo sé que nadie le quiere, le han dado un ascenso por pelota…
¿Que ocurre? Simplemente que es ridículo.
Veremos que poniéndole humor, colocamos el hecho en su justo lugar y automáticamente pierde intensidad y deja de ser un pensamiento recurrente que nos atormenta.
Podemos hacerlo con cualquier episodio de nuestra vida y veremos como relativizamos nuestro malestar, no quiere decir que frivolicemos con acciones importantes, simplemente cambiará nuestra mirada. Si decidimos que hemos de cambiar nuestra actitud con esa persona, lo haremos, evidentemente pero desde el juicio y no desde el drama.
Como siempre os animo a probarlo, ya me diréis que tal os sienta.
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