El yoga nos pide dirigir la atención hacia nuestro cuerpo porque así lo involucramos en nuestro proceso de sanación interior y desarrollo espiritual, que realizamos a través de disciplinas, pensamientos y diferentes prácticas y preceptos filosóficos. La conciencia se refiere a observar nuestro cuerpo para conectarnos con él y para respetarlo y cuidarlo a medida que lo trabajamos. También el yoga nos pide que adquiramos un conocimiento sobre nuestra forma de actuar y vivir, porque nos hace percibir de que somos seres universales, y que tengamos una atención permanente de nuestros pensamientos.
Las ideas y las emociones, (cuando estamos únicamente en el plano de la subjetividad y no de la universalidad) son variables, temerosas e inconformes; simples estados de la mente que muchas veces van en contra de nuestro bienestar. No son el mundo objetivo. La vida por lo general es la misma y lo que cambia es nuestra visión, ¿te has dado cuenta? La conciencia que se empieza a desarrollar en yoga empieza a ser un espacio entre nosotros y lo que pasa en el mundo, para evitar que las cosas nos afecten. Ese espacio nos permite estar en paz a pesar de las circunstancias o incluso de los juegos de nuestra propia mente saboteadora.
En yoga, la conciencia universal es la realidad trascendente a la que nosotros y toda la existencia pertenece y de la cual, por ignorancia, creemos que estamos separados. El desarrollo de la conciencia nos hace cada vez más espirituales, más saludables y plenos porque nos empezamos a sentir parte del universo. Podemos vernos y cuestionarnos, ir más allá de nuestros interesas y nuestra vida personal y vivir en una integración con los otros y con el universo entero.
Tener conocimiento de que la vida puede ser completamente diferente; de que hay planos más allá del mundo material en los cuales podríamos encontrar respuestas existenciales y alcanzar nuestros potenciales en todos los ámbitos; llegar a un estado de superación del miedo y el vacío, de paz interior, sabiduría y felicidad; saber que nosotros tenemos la libertad para elegir la experiencia que construimos para nosotros, es un despertar que da un giro radical hacia la forma como vemos la vida y nos relacionamos con ella. Esta conciencia implica, entonces, asumir una responsabilidad.
Los chakras son un buen ejemplo de los diferentes niveles de conciencia que se expresar como energías en el mundo, y que a su vez forman parte de nosotros. Todos son igualmente importantes, todas son diferentes y complementarias maneras de vivir y de relacionarnos con el mundo. Para la tradición del yoga, del equilibrio de cada uno de ellos depende nuestro bienestar y la posibilidad de desarrollarnos hacia los niveles de conciencia más elevados. Los chakras inferiores son la manifestación más terrenal de nuestro ser y se relacionan con nuestra individualidad, con nuestra naturaleza material y densa. Se relacionan con la supervivencia, el disfrute y el poder personal.
La apertura del cuarto chakra y de los chakra subsiguientes requiere un nivel más sutil de conciencia, puesto que se relacionan con nuestra naturaleza colectiva. El cuarto chakra nos abre a una realidad más elevada, la del amor, la alegría y la confianza. Los chakras superiores se ocupan de nuestro ser espiritual y trascendente: la expresión de nuestra alma, la intuición y la realización espiritual. Hay una evolución de un chakra a otro porque nos abre los niveles de atención y sensibilidad a otros planos, pero cada uno cumple funciones muy importantes y son complementarios más que excluyentes. El yoga no rechaza aspectos de nuestro ser, sino que los integra y los sublima en función de un bienestar y de una realización espiritual.
El concepto de karma es asumir la libertad y responsabilidad que tenemos sobre nuestros pensamientos, que se concretan en vibraciones, palabras o acciones, en la construcción de nuestras vidas y de un mundo en el que todos los seres estamos interrelacionados más allá de las nociones de tiempo y de espacio. El dharma, por otro lado, nos muestra un propósito en nuestras vidas y ambas cuestiones exigen conciencia, claridad y responsabilidad.
Conciencia se refiere también a la realización espiritual, o a la iluminación, y a los diferentes niveles de realidad, energías y percepciones en los que nos sintonizamos y movemos antes de alcanzarla. La gran conciencia se refiere a la conciencia universal: la que para el yoga es Braman, que es la única verdad y que es todo lo que existe, y aquello que las religiones llaman “Dios”. Cuando estamos en samadhi somos parte nuevamente de esa conciencia universal de que la nunca nos hemos separado, pero de la que nos separa la mente, la identificación con nuestro ego (que es la noción de una historia personal, unos anhelos, unos rechazos, unos apegos, un cuerpo y unos pensamientos). Por esta razón el yoga busca aquietar la mente, para fundirse en la totalidad infinita en la que todos somos uno, y en la que hay sabiduría, bienestar y dicha.
http://elyoga.about.com/od/Tradicionfilosoficayespiritual/a/La-conciencia-en-el-yoga.htm