Las preocupaciones son parte natural e inevitable de la vida. Todos en algún momento nos concentramos en las cuentas a pagar, el futuro de nuestra relación, la salud de un ser querido o incluso si lloverá durante ese evento especial que hemos anticipado por algún tiempo.
De hecho, el cerebro humano está conectado de determinada manera que a cada instante asociamos el momento presente con decisiones y eventos que hemos vivido en el pasado, y por ende, nuestra reacción natural es presumir que esto o aquello – según esa experiencia pasada – se repetirá en esta ocasión.
Sin embargo, si nos distanciamos un poco de cada situación que nos preocupa, y la examinamos desde una perspectiva más transcendental, el problema que nos aqueja y las preguntas que nos rondan, cobran una nueva dimensión. Cuando vivimos la vida con una visión más amplia, nuestros niveles de estrés se reducen, y al mismo tiempo encontramos respuestas y acciones claras para aquello que nos ronda la mente.
¿Qué puedo hacer en este momento? Una pregunta tan sencilla puede cambiarlo todo. Pregúntese qué puede hacer sobre lo que le preocupa… no mañana, ni en media hora, sino en este mismo instante. Si la respuesta es un claro “nada” , entonces para qué preocuparse? Si no hay nada que pueda hacerse, concentre su energía en algo más de lo cual pueda ocuparse inmediatamente. Si la respuesta es por el contrario un llamado a la acción, entonces póngase manos a la obra y salga del problema ya! Si el asunto requiere un proceso, entonces delinee un plan de acción y de nuevo pregúntese qué puede hacer cuando. Vigile a todo momento que no esté pre-ocupándose sino ocupándose del asunto.
¿Qué puedo aprender de esta situación? Muchas veces, en el momento en que entendemos la lección, podemos superar las situaciones que nos aquejan. En el gran esquema de su vida, qué le está diciendo este problema? ¿Qué ‘provecho’ puede sacarle a esta situación? Aunque parezca extraño hacerse una pregunta así en un momento en el que le hiere, aqueja o molesta algo, se dará cuenta que la práctica constante de este ejercicio le abrirá puertas que le permitirán resolver los conflictos mejor y más rápido, y además evolucionar espiritualmente. Quizás luego de un tiempo se dará también cuenta de que en su vida existen patrones que se repiten una y otra vez… el mismo tipo de conflicto u obstáculo. Entonces, sea honesto consigo mismo y pregúntese, qué lección aprendo en esta situación? De pronto sea paciencia, confianza, empatía, amor por sí mismo…
¿Es esto un problema o sólo un espejismo? Por supuesto que todos nuestros problemas son “reales” en el sentido que nos afectan. Sin embargo, muchas veces nuestra reacción emocional ante un evento no es comparable con el efecto que dicho evento realmente tiene en nuestras vidas. Guardar la proporción es muy importante cuando examinamos aquello que nos preocupa. Cada vez que nos preocupamos, empecemos por hacer un mapa imaginario de nuestras vidas y ubiquemos el problema en ese mapa. Al mismo tiempo, ubiquemos todo lo demás que tenemos en nuestra vida – otros problemas, posibles problemas, las bendiciones y fortunas que hemos recibido, nuestras metas a largo plazo… y en ese proceso, seamos honestos frente a nuestra preocupación. ¿Es realmente un problema que valga la pena toda nuestra energía en este momento? Si es así, entonces pasemos a examinarlo con los otros puntos aquí expuestos. Si no lo es, agradezcamos la oportunidad de darnos cuenta que nuestros problemas no son tan graves, y despidámoslo amorosamente para que deje de afectarnos y modular nuestros pensamientos y emociones.
Rechace la negatividad y reciba la prosperidad. Cada problema o preocupación es una oportunidad para la gratitud. Agradezca la oportunidad de aprender y superarse, agradezca que tiene la capacidad para encargarse del problema aunque le sea difícil, agradezca que este será un problema más que pasará y en algún tiempo será solo un recuerdo, agradezca que cuenta con el apoyo de alguien más para pasar por esta prueba, agradezca que aunque esté herido su problema no es tan grave como podría ser, agradezca que se hará más fuerte y sabio a causa de este problema…
Usted está en control – ejérzalo! Usted es dueño de su vida, sus emociones y sus pensamientos. No deje que la preocupación invada su vida. Déle la dimensión que le corresponde, haga un plan de acción y despida los residuos emocionales de la situación. Si tuvo un altercado con alguien por ejemplo, qué gana con seguir repasando la situación en su cabeza y reaccionando emocionalmente ante ese recuerdo? Ya está en el pasado. Despídalo! Y si cree que habrá consecuencias futuras, pregúntese si son sus temores hablando. Si realmente la situación presentará más obstáculos en el futuro, entonces aprenda de la situación, haga el plan de acción y ocúpese (no se pre-ocupe) del asunto y no lo alimente emocionalmente.
http://nuevaera.about.com/od/Superacion/a/La-PreocupaciOn-ObstAculo-Para-El-Avance-Espiritual.htm