María está casada hace varios años con Emilio. Tienen dos hijos pequeños y una vida placentera. Se ayudan mutuamente y han construido una familia feliz. Ambos trabajan y pasan más tiempo libre juntos los fines de semana. María y Emilio son una pareja que se considera comunicativa y honesta. Se cuentan todo.
O eso dicen.
Por las noches se dan un beso tierno antes de cerrar los ojos, otros días se disfrutan en una relación sexual llena de amor y picardía. Pero hay algo que María ignora. Cuando se apaga la luz y ella cierra los ojos confiada en la solidez de su vida, Emilio se queda mirando el techo. Tiene un secreto que no se atreve a confesar. Nunca le habló a María sobre el tema y eso está destrozando cada noche de su vida. Teme que, si le cuenta, María no le ame más y toda su relación se desmorone.
Los secretos más secretos
¿Qué es lo que ocultamos del otro? ¿Hasta dónde es necesario o aconsejable compartir todo lo que nos pasa, o nos sucedió en el pasado? ¿Nuestros pensamientos también tienen que ser compartidos? ¿Qué hay de las fantasías y los sueños? ¿Hasta donde la pareja prima por sobre la individualidad de cada uno de los miembros de la pareja? ¿Qué decir y qué no?
Escondemos, ocultamos lo que no queremos mostrar. Un secreto es un acto voluntario de omisión. Nos han enseñado que la pareja debe compartir absolutamente todo, sin embargo hay muchos aspectos de nosotros que no mostramos. Desde detalles nimios que nos avergüenzan desde la niñez y que nuestra madre cuenta en una reunión familiar con cara de "yo no fui" hasta verdades ocultas que no queremos admitir ni frente al espejo.
Cuando enterramos en la memoria un deseo oculto, una pulsión, un aspecto de nosotros que nos repele o nos hace sentir culpables… quizá hasta un recuerdo… intentamos por todos los medios que permanezca allí, en el subconsciente o en el consciente pero bien tapado y escondido. Pensamos que aquello que nos parece tan terrible, va a espantar a nuestra pareja y no queremos correr ese riesgo. No cabe la posibilidad de que el otro entienda nuestro problema porque nos resulta tan agobiante a nosotros mismos.
Si pudiéramos analizarlo desde fuera, veríamos que el otro no nos ama por nuestra supuesta perfección, sino que nos acepta con todo lo que somos y que ese secreto pesaroso que contenemos quizá fuera mucho más liviano compartido con el que nos ama bajo toda condición.
¿Los pensamientos, sueños y fantasías… son secretos?
Hay otro tipo de secretos, los anhelos, las quimeras, los sueños, las fantasías. Estos son privados y únicos en cada ser humano. Se comparten cuando el gozo de hacerlo es mayor que el placer de mantenerlos en un rincón del espacio propio.
Porque sí, dentro de una pareja son súper necesarios los espacios y tiempos propios y privados. Ser dos no significa estar juntos todo el tiempo ni saber exactamente qué pasa por la cabeza del otro en todo momento. Hay una pregunta muy común en las parejas: "¿En qué piensas?"
No hay pregunta más inoportuna y delicada. Si se hace en una situación extrema, frente a un problema muy grave o cuando el otro reacciona o se comporta de una manera muy anormal, tiene sentido… pero disparar a boca de jarro un "¿En qué piensas?" a una persona abstraída en sus pensamientos es un acto de violencia. Es, en realidad, un atajo para buscarse una mentira como respuesta. Es molesto y vergonzante responder que en realidad no se pensaba en nada, que se pensaba en dónde habría perdido el reloj que justamente le habías regalado por Navidad o que el escote de la vecina esta mañana era delicioso de ver. Los silencios tranquilos son espacios mentales de cada uno. Son necesarios e incompartibles.
Ni hablar de las fantasías o los sueños. Uno puede regodearse en soñar que es un chef repostero cuando, en cambio, tiene que arreglar toda la plomería de un condominio en una semana. O fantasear cómo será un beso del policía que todos los días te cede el paso cuando llevas los niños al colegio. Las fantasías son proyecciones eróticas o no que son eso, fantasías, y pertenecen al registro de las cosas que NO hace falta compartir (es más, me atrevería a decir que es saludable tener fantasías propias y privadas).
¿Qué decir y qué no a nuestra pareja?
Evidentemente a Emilio lo acosa el fantasma de un secreto que le pesa. Si no fuera así, dormiría tranquilo en vez de pegar los ojos en el techo noche tras noche. Ese es un secreto que quizá sí debiera compartir para aliviar tanto peso y, probablemente, después sienta que su relación de pareja es aún más sólida.
Su vecina, Susan, sonríe en silencio a la misma hora. Su esposo la rodea con un brazo mientras sostiene un libro que ya termina con el otro. Ella espera ese momento para iniciar un juego sexual, tiene ganas de una relación intensa con su pareja pero, mientras, juega en su mente con tres bomberos enormes que la salvan de un incendio. Ese no es un secreto para compartir.
http://parejas.about.com/od/Parejacomunicacion/a/Secretos-En-La-Pareja.htm