Las mujeres suelen enfrentar, en cierto momento de su vida, una disyuntiva importante, pues la decisión de tener hijos suele coincidir con su etapa más productiva en el ámbito laboral. Y como en esta época resulta cada vez más necesario que ambos padres trabajen, las que han elegido ser madres se sienten divididas entre la posibilidad de dedicarse más a los hijos o apostar a su desarrollo profesional.
Pero el hecho de trabajar va más allá de la obligación de ser un pilar económico para la familia. Obtener un salario te ayuda a tener una mejor calidad de vida, mejora la autoestima, otorga satisfacción y confianza. Te acerca a otras personas y enriquece tu vida al conocer otros puntos de vista. ¡Crecer profesionalmente implica una satisfacción emocional importante!
Las satisfacciones de ser madre son también muchas, por eso quizá te sientas mal al no poder atestiguarlas de forma absoluta, como cuando no puedas cuidar de tus hijos al enfermarse o estar presente en algún logro, es comprensible. Para aliviar esa sensación, piensa que, aunque no trabajaras, esto mismo podría ocurrir debido a otras circunstancias. ¡Así es la vida! No es que los estés abandonando: es que estás buscando un futuro mejor para ellos y para ti.
Incluso no está del todo mal que no estés presente todo el tiempo: así tus hijos aprenderán a resolver problemas por sí mismos y a relacionarse de una manera más adecuada con las demás personas. Trabajando los ayudas a construir su independencia.
Algunas personas pueden cuestionar tu decisión o tratar de persuadirte de que lo mejor es cuidar de ellos. Piensa que quienes lo dicen no están en tu lugar, no pueden determinar cuál es la mejor decisión para tu familia. Y, si bien a los niños pequeños les sienta bien estar junto a su madre, la verdad es que mientras haya una figura que cumpla con la función de protección, enseñanza y afecto (nana, familiar, maestra), ellos estarán bien. Desde luego, si no puedes estar con ellos por el trabajo, asegúrate de elegir correctamente a la persona que los cuidará para que estés tranquila.
Disfruta de tu vida laboral y valora las ventajas que les traerá a ti y tus hijos. ¡Puedes ser una gran mamá y profesionista a la vez! Te damos algunas recomendaciones para lograrlo:
Delega. Es fundamental que comprendas que la familia no es sólo tuya. Según sea tu caso, aprende a dejar que tu esposo o los hijos mayores también se responsabilicen de sí mismos y de su familia.
Organiza tu tiempo con anticipación y calma. Habrá momentos para todo.
Consulta las decisiones con tu familia y pídeles su apoyo cada vez que sea necesario.
No te angusties si sientes que no pasas mucho tiempo con tus hijos: lo importante es que te esfuerces porque ese tiempo, por poco que parezca, sea de calidad.
La maternidad va más allá de estar ahí todo el tiempo. Lo realmente importante es formar a tus hijos dándoles herramientas para la vida. El ejemplo es una de las mejores maneras de educar, y al trabajar les enseñas a aprovechar la convivencia familiar, cumplir con responsabilidades y ganarse la vida.
No se trata de que te exijas convertirte en Superwoman porque la sociedad dicta que debes “tenerlo todo”. Ser mamá es hermoso y gratificante, sin embargo, no requiere el 100% de tu tiempo. Siéntete libre de tomar decisiones, buscar tu bienestar emocional y realizarte como persona. Haz lo que te haga sentir más tranquila, se apegue más a tus ideales y, sobre todo, a tus circunstancias. ¡Que nadie juzgue tu decisión!
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