Parece que el término “bipolar” está muy de moda, está en la calle, en el lenguaje coloquial. Lo escuchamos para describir el comportamiento de algunas personas (“tiene esos enfados porque es bipolar”), en relación a personajes famosos de la historia o de la actualidad que pudieron padecerlo (Hemingway, Linconl, Kurt Covain, Van Gogh…) o porque nos enteramos que un familiar o amigo está diagnosticado de esta dolencia y toma medicación para ello.
Pero, al igual que sucede con otros muchos términos médicos o psiquiátricos vemos que se emplea en ocasiones de manera incorrecta. Así, muchas personas definen a alguien como bipolar, cuando tiene un comportamiento cambiante o imprevisible. Veamos algunos ejemplos:
“Lo mismo está eufórico, que al rato siguiente se pone a llorar”.
“Tiene un genio tremendo, de pronto pierde los nervios y grita como un loco, e incluso rompe cosas de la casa”.
“Unos días está muy cariñoso y al siguiente no te dirige la palabra”.
“No es que me porte mal a propósito, lo que me pasa es que soy bipolar”.
En estos ejemplos que vemos a diario, los cambios de humor, los descontroles de impulsos y el comportamiento cambiante, tienen que ver más con aspectos del carácter o el control de los impulsos que con un trastorno bipolar real. El significado bipolar en términos médicos, es bien distinto. El Trastorno Bipolar es una enfermedad psiquiátrica. Se trata de una alteración del estado del ánimo. Generalmente se intercalan periodos de ánimo depresivo con otros de euforia. La duración de estos periodos suele ser de semanas (e incluso meses) y no pocas horas o momentos puntuales como hemos visto en los ejemplos anteriores. La persona que lo padece, no puede controlar estos cambios de humor y precisa tratamiento farmacológico e incluso a veces ingreso hospitalario.
Así que es importante no confundir este término, porque como decimos puede servir a algunos para justificar un comportamiento inadecuado, que realmente podría cambiar si se lo propusiera. Pero recordad: ante la duda no dejéis de consultar a un profesional que aclare el diagnóstico. Un trastorno bipolar “real” se debe tratar siempre, y además disponemos de buenas armas terapéuticas para ello. Pero si la conducta de tu pareja o familiar no se debe a esto, el enfoque tendrá que ser otro muy distinto.
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