Esto lo puedes conocer cuando tienes más consciencia de tus pláticas con tu ángel. Pero no es tan complicado, porque hay ocasiones en que traemos en la mente algún nombre o letras y pensamos "¿qué será?", y muchas veces no es otra cosa que el nombre de nuestro ángel.
Cuando uno logra saberlo es buenísimo porque podremos invocarlo mejor. Al hacerlo así nos llenamos de una luz muy fuerte de protección y amor.
Hay otras formas de saberlo, pero lo ideal es que lo recuerdes de tus sueños o viajes astrales. Antes de dormir, puedes decirle:
"Angelito, quiero saber tu nombre, si lo puedo saber hazme recordarlo o guíame hacia claves que me hagan saberlo".
El inconveniente es que la mente no acepta la existencia del ángel porque dice "¿ángel? no lo puedo tocar, no lo puedo ver: no existe". Es nuestro principal obstáculo para acercarnos a él o llegar a saber el nombre.
Pero si en un momento logramos distraerla y actuamos más de corazón es cuando se dará el enlace con el ser interno y podremos llegar a saberlo de manera espontánea.
A veces los ángeles nos dan esos instantes claves y si no los aprovechamos, nos los borran porque entonces no es propicio que los tengamos todavía.