Con frecuencia, cuando vemos a alguien exigir las cosas, pensar que tiene toda la razón, demostrarle al mundo sus logros y cualidades, etc., pensamos que tiene muy buena autoestima.
Esto es un error.
El que tiene una autoestima alta, se siente seguro de sí mismo.
No tiene necesidad de estarlo demostrando y no necesita que los demás se lo reconozcan.
No cuestiona su valor personal y no lo establece en función del valor de los demás.
No se compara, ni busca la comparación y admiración de otras personas.
La autoestima elevada y sana está basada en:
La convicción de ser capaces de enfrentarnos a los problemas de la vida diaria y
el reconocimiento de nuestro valor como personas.
Como seres que buscan el desarrollo y crecimiento propio y de los demás.
Sin embargo, la autoestima alta depende de:
La realidad objetiva y por lo tanto, en el reconocimiento de nuestro potencial real y de nuestros límites y
la autoconciencia, que implica aceptar y responsabilizarnos de nuestras conductas y sus consecuencias.
Esto no se da en la pseudo autoestima.
¿Cómo se desarrolla la autoestima inflada?
Cuando un niño pequeño, no recibe el cariño y la admiración que necesita para establecer una identidad fuerte, se siente poco valioso e importante y desarrolla una autoestima baja.
Esta necesidad no satisfecha, de atención y aprobación, puede provocar dos situaciones, aparentemente opuestas entre sí:
El niño y más tarde, el adulto, se dedica a darle gusto a toda la gente, para ser aceptado y aprobado o
exagera su propia imagen, de manera inconsciente, para sentirse bien y no tener que reconocer su inseguridad y su necesidad de reconocimiento y atención.
Cuando se da esta segunda opción y dado que su imagen es falsa, necesita demostrar constantemente que es superior a los demás: el más fuerte, capaz, inteligente, exitoso, etc., para así recibir su admiración y poder confirmar dicha imagen.
Otros factores que pueden influir en el desarrollo de una autoestima inflada son:
La falta de límites.
Ante esta situación, el niño cree que puede hacer todo lo que quiere. Esta creencia le da una idea equivocada de su importancia, fuerza, poder y control sobre sus padres y quizás otros adultos.
Proporcionarle todo lo que desea y quiere y con frecuencia, en el momento en que lo quiere.
Esta actitud de los padres, no sólo le impide aprender a tolerar la frustración, que es parte de la vida, sino que lo lleva a pensar que él todo se lo merece y que sus deseos están por encima de los de los demás.
Permitirle creer que el siempre tiene la razón.
Cuando esto se da, el niño no aprende a manejar los fracasos ni a aceptar sus errores.
Una vez que crece, no sabe responsabilizarse de su conducta y culpa a la gente de todo lo que le pasa y por lo tanto, no soluciona los problemas.
Decirle todo el tiempo que él es el mejor, el más inteligente, bonito, etc.
Esto no sólo le crea una imagen distorsionada de sí mismo, sino que le enseña a compararse constantemente con los demás, buscando devaluarlos, para mantener su "superioridad".
Consecuencias de una autoestima inflada.
Los problemas a los que se enfrenta una persona con autoestima inflada, abarcan las diferentes áreas de su vida, aunque, obviamente, se niegan a reconocerlos.
Algunos de los más comunes son:
Se creen perfectos.
Por lo tanto, no se responsabilizan de sus conductas y no aprenden de sus errores.
Se vuelven rígidos, porque no se pueden exponer a que alguien o algo, les demuestre que pueden estar equivocados.
Se enojan con facilidad, por lo que tienen problemas en el trabajo y en sus relaciones familiares y sociales.
Dado que su seguridad está basada en una imagen falsa, sus estados de ánimo son muy variables.
Ante el reconocimiento o admiración de los demás, se sienten bien, pero ante la posibilidad de perderlos, se angustian o enojan.
Son muy mentirosos, porque exageran cualquier cosa que consideran positiva, niegan todo lo negativo e inventan lo que creen que puede reforzar su imagen.
Viven presionados, porque no pueden permitirse ninguna equivocación.
No saben trabajar en equipo.
No establecen relaciones cercanas, porque:
No creen en las relaciones de igual a igual,
ellos tienen que demostrar que son mejores que los demás,
utilizan a la gente para obtener siempre lo que desean,
se enojan ante cualquier comentario o actitud que interpretan como crítica o rechazo,
critican constantemente a los demás,
ante cualquier error y las consecuencias del mismo, culpan a las personas que los rodean,
son muy competitivos y
son envidiosos.
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