Imagina qué podríamos conseguir si dudásemos de nuestros miedos en lugar de dudar de nuestros sueños” – Joel Brown
En este blog ya hemos analizado la cuestión del miedo en algunos de los artículos, y hemos comentado cómo el miedo tiene un carácter paralizador que acaba generando inacción y falta de resultados. ¿Cuántas cosas hemos dejado de hacer en nuestras vidas por miedo? ¿Qué habríamos podido conseguir si en lugar de ese miedo hubiésemos desarrollado un sueño inspirador relacionado con alguna de las metas que nos pudiésemos haber propuesto? ¿Qué habríamos hecho en nuestras vidas si no existiese el miedo?
Me planteo por qué tenemos tanta capacidad para generar miedos tan fácilmente, y por contra, nos resulta más difícil soñar. ¿Por qué concedemos una mayor certeza y probabilidad de que acontezca algo sobre lo que tenemos miedo que algo sobre lo que nos gustaría alcanzar o soñar?
Parece que darle más probabilidad al miedo nos anticipa un posible resultado adverso, y así, a priori podríamos estar preparados para encajarlo mejor. Pero realmente, ¿conseguimos algo estando preocupados antes de hora? ¿Evitamos el supuesto problema que estamos intentando anticipar? Quizá estemos gastando las energías en un momento inadecuado, y nos dificultará poder contar con ellas cuando verdaderamente sean importantes. Si el resultado o el fenómeno tiene que suceder, acabará sucediendo, y será momento entonces de afrontarlo de la mejor forma posible, tratando de realizar cuantas acciones y decisiones sean necesarias para minimizar su impacto cuando verdaderamente corresponde. ¿No es así? ¿Por qué tratamos de anticipar miles de cosas adversas que al final sólo ocurren en nuestra mente? ¿Cuántas cosas nos perdemos en ese camino de anticipación y previsión de todo lo que puede pasar y que en la mayoría de las ocasiones ni tan siquiera acaban sucediendo?
Realmente resulta más sencillo dar más carga de probabilidad a los miedos que a los sueños. Es más fácil desarrollar miedos que sueños, y debemos ser conscientes que mientras que esto sea así, nos estamos perdiendo muchas cosas en nuestro día a día que dejamos de disfrutar, de hacer, de experimentar, de sentir por si…
Pues bien, a partir de estas reflexiones, te propongo una alternativa que puede empezar a cambiar tus sensaciones y la forma en que disfrutas tu día a día. Sobreestima tus sueños. Subestima tus miedos. Si lo haces así, vivirás más emociones relacionadas con aquello que deseas, y no tantas relacionadas con aquello que no deseas.
Deja de enfocarte en todo aquello que no quieres, y que incluso te genera miedo. Empieza a disfrutar de esas otras cosas que sí deseas.
Si hacemos caso a James Allen en su extraordinaria obra “Como que un hombre piensa”, concluiremos que al final, “somos lo que pensamos”, y que nuestra acción y resultados son el fruto de la suma de nuestros pensamientos. Pues bien, si esto es así, y estoy convencido que lo es, es fundamental empezar a cambiar el enfoque, dejando atrás esas cuestiones que nos generan miedo para pensar y disfrutar de esas otras que anhelamos. Pensar en los miedos, quizá nos ayude a que algunos de ellos acaben siendo realidad. Es lo que tiene la ley de la atracción y el enfoque. Aquello en lo que piensas, acaba sucediendo.
Reflexiona un momento sobre la frase de Joel Brown, y trata de responderte qué podrías acabar consiguiendo si lo haces tal como él nos lo propone. El resultado puede ser increíblemente positivo, y si es así, cuéntanoslo.
© 2013 Miguel Ángel Guilló - @miguel_guillo -
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