La optografía no es un termino muy famoso, de hecho suele utilizarse de forma más corriente en el ámbito paranormal que en el científico. La creencia de que las victimas de asesinato recuerdan o almacenan la ultima imagen de sus vidas, y por consecuencia, la imagen de su asesino no está basada puramente en la imaginación, ahora es una “ciencia” conocida como optografía, y a ultimas fechas, dicen, ha presentado nuevas evidencias relativamente confiables.
La idea de que en el ojo de una persona muerta existe una “imagen congelada y perpetua” de su ultimo momento de vida se originó en el siglo XIX, en el año 1963 para ser más precisos, cuando el fotógrafo inglés M. Warner hizo una foto de un ojo de un becerro unas horas después de que fue muerto en el matadero. En el análisis de la imagen capturada le pareció ver en la retina del ojo un claro reflejo del suelo de concreto – la ultima cosa que el pobre ternero vio antes de morir.
Otros afirman que el responsable de este descubrimiento fue Wilhelm Friedrich Kühne (otros lo llaman Christopher Schiener), y se remonta a 1881, cuentan que Kühne estando en su laboratorio de la Universidad de Heidelberg, cuando examinó los ojos de una rana muerta pudo distinguir en su retina la imagen casi imperceptible de uno de los mecheros que estaba en la mesa, se dio cuenta entonces, que ese mechero fue lo ultimo que vio la rana mientras moría.
Además Kühne concluyó que si eso sucedía en la retina de una rana, era muy probable que pasara con humanos. Dicen que Kühne tuvo la oportunidad de confirmar su teoría en los ojos de un muerto condenado a la guillotina. Pero fracasó, sin embargo, la optografía se hizo una leyenda popular, sobre todo en los círculos policiales.
Como mencionamos al principio, el tema es muy poco frecuente, y es más tratado como un asunto paranormal que científico, sin embargo a ultimas fechas apareció un comunicado que aseguraba que dos científicos estadounidenses, Ko Nisin y Shri Najar habían demostrado que las imágenes no pueden permanecer impresas en la superficie de la retina, si no en la córnea. Se las arreglaron para sacar un claro reflejo de la imagen de una fina capa de lágrimas que protegen la córnea con una cámara digital especial. A continuación, un programa informático especial amplió la imagen, y finalmente descubrieron lo que la persona que accedió a hacer este tipo de experimento vio en el momento específico. Confirmando que nuestro ojo tiene una memoria propia.
Pero lo anterior es totalmente falso, no hay ninguna evidencia que confirme el procedimiento ni la existencia de estos “dos científicos”, de echo este bulo tiene un pariente muy lejano. El público estadounidense estaba muy emocionado con una noticia de Memphis publicada el verano de 1966, que decía: “La policía local fotografió la pupila de la victima y reveló, utilizando un microscopio, una imagen perfectamente reconocible del autor de este horrible crimen“. Según los periódicos británicos de la época, incluso los inspectores británicos de Scotland Yard utilizaban un método similar, pero sin éxito, tratando de localizar al asesino en serie más famoso: Jack el Destripador.
El concepto de Optografía es sin duda un concepto que despierta muchas esperanzas, sobre todo a la hora de hacer justicia. Sin embargo, se trata de una leyenda urbana más que de una ciencia. Su difuso y supuesto surgimiento histórico, además de la escasa evidencia que existe no ayudan mucho a la supuesta “ciencia”. Quizá lo único real que arrojó el concepto fueron los Optogramas, las imágenes captadas de los ojos de personas muertas. Y una película italiana llamada Imago Mortis, basada en un Tanatoscopio, un dispositivo cuyo fin es captar la ultima imagen vista por una persona antes de morir, lugar de donde podría haber salido la historia de Ko Nisin y Shri Najar.
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