La Ley de la Atracción y la Conciencia del Amor

La mente es un poderoso imán. Podemos utilizarla para atraer lo que queramos, si alineamos nuestros sentimientos con lo que queremos, si vibramos con la energía de que ya está en nuestra posesión, dando las gracias de antemano. Estas son todas técnicas maravillosas, pero a menudo me pregunto: ¿es éste el más elevado propósito para el cual se nos concedió este don?
No puedo dejar de sentir que sin importar cuanto visualicemos y tratemos de sentirnos positivos, algunas veces no podemos elevar nuestra vibración lo suficiente porque nuestro deseo proviene en exclusiva de la mente. Y no es la mente la que emite la frecuencia más alta. Es el corazón. Cuando pedimos dinero, relaciones, felicidad, ese pedir proviene de la sensación de que nos faltan esas cosas. Y hasta que no sanamos esa sensación de carencia, no podemos estar en un lugar de amor. No podemos estar en el corazón, sintiendo de verdad gratitud por todo lo que tenemos. No podemos elevar nuestra vibración. Yo creo que el trabajo de sanación es lo que tiene que ocurrir primero. Y cuando éste sucede, entonces la ley de la atracción se convierte en un juego, y nosotros en niños que juegan con él.
Yo creo que el propósito más alto de esta Ley (que yo considero solo una más de las que existen en el Universo, siendo el AMOR la raíz de todas ellas) es el de usar este regalo para pedir desde el corazón. Para posicionarte en un lugar de servicio al mundo. Para utilizar la atracción y las vibraciones elevadas para sanarnos a nosotros mismos, y al sanarnos, ser capaces de magnetizar y crear visiones cada vez más grandiosas del mundo en el que elegimos vivir. En cierto modo, estamos sanando el mundo. Estamos elevando nuestra conciencia, y la del mundo.
¿Quieres que la Ley de Atracción funcione en tu vida? Mira en tu corazón primero. Mira lo que te está limitando. Sana esos aspectos (miedos, preocupaciones, prejuicios, creencias restrictivas, limitaciones, etc.). Acéptalos como partes de ti mismo. Perdónate a ti mismo en primer lugar por haberlos atraído, por tenerlos dentro de ti. Perdónate a ti mismo por no haber sabido otra manera de responder o pensar o sentir en esas situaciones que crearon y contribuyeron a esos temores. Ama estos temores, prejuicios, limitaciones. Ámate a ti mismo tal y como eres.
Porque la Divinidad ya te ve de esa manera, como una amada creación. Y a través de los ojos de la Divinidad, ya tienes todo lo que buscas. Ya eres perfecto. Eres divino.

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