La adopción es un acto de amor y también es un proceso psicológico complejo. En este artículo vamos a reflexionar sobre ciertos puntos que debemos conocer para que todos los involucrados puedan disfrutar del vínculo a pleno.
Los niños adoptados tienen su manera de adaptarse y actuar frente a la familia y lo social, maneras que son influenciadas directamente por factores genéticos, cuestiones de salud, experiencias de vida y el apego que seamos capaces de generar con este niño.
En cuanto a los factores genéticos vamos a encontrarnos con cierta predisposición en cuanto a temas de salud mental y física, cierta tendencia a ser más optimista o pesimista, factores que influyen en la inteligencia y demás características. Estos elementos deberían ser conocidos por aquellos quienes van a adoptar para prepararse en caso de eventuales patologías. Quienes adoptan deben intentar tener a su alcance toda la información posible acerca de la familia de origen del pequeño y las posibles dificultades simplemente para estar preparados para los desafíos que pueden llegar a surgir. Algo que también es vital que los padres adoptivos conozcan es la historia afectiva del niño. Nuestra salud mental en gran medida es condicionada por la calidad de nuestros vínculos tempranos, vínculos que importan ya desde antes de nacer.
Si por ejemplo se va a adoptar a un niño que ha sido institucionalizado desde muy temprano quizás no haya tenido la posibilidad de establecer un vínculo de apego (lazo afectivo entre el niño y un número reducido de personas a su alrededor), lo que va a traer consecuencias emocionales con el tiempo.
Sería recomendable poder adoptar a un niño lo más pequeño posible para menguar o eliminar directamente los factores de riesgo. Mientras mayor es el niño, más difícil es que el niño pueda adaptarse emocionalmente a los padres, ya que pueden haber muchas cargas emocionales por parte del pequeño en juego. Lo cual no quiere decir que no debamos adoptar niños más grandes, sino simplemente que es más complejo y en este proceso sería recomendable poder contar con la ayuda de un profesional para que facilite el proceso de adaptación y vinculación de la nueva familia.
Los niños adoptados son susceptibles de problemas de vinculación afectiva temprana, lo que los hace más sensibles a cambios como mudanzas, cambios de escuela, nuevos hermanos, etc. Es por eso que debemos ser cuidadosos con los cambios bruscos y acompañar los nuevos procesos con mucha paciencia y amor, además de límites claros por supuesto.
Ellos van a sentirse tentados de poner a prueba constantemente el amor de sus padres adoptivos, motivo por el cual pueden incursionar en determinas conductas complejas a las cuales debemos estar atentos, como problemas en su manera de comportarse, en la higiene, la alimentación, el sueño y demás.
La familia y el niño necesitan tiempo para adaptarse el uno al otro. La puesta de límites claros y saludables, el apoyo emocional que le podemos brindar al niño, aprender a escucharlo, ser honestos, son elementos que van a ayudarnos a tener un vinculo saludable con él.
Adoptar es una hermosa opción porque nos brinda una oportunidad a nosotros de ser padres y también la experiencia de poder ser alguien significativo y saludable para esa persona que tanto nos puede llegar a necesitar. Amemos con respeto y paciencia e intentemos tener la información y el apoyo profesional suficiente para hacer de esta experiencia una placentera para todos.
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