Todos somos maestros aún sin quererlo porque todos eneseñamos lo que somos al resto y siempre puede haber personas que aprendan o desaprendan con nuestro ejemplo. Hay que cuidar lo que somos, por nosotros y por los que miran hacia nosotros. Sin embargo, no debemos excedernos en el protagonismo de lo que mostramos porque en realidad maestra solamente hay una: la vida. Ella es la que se encarga de cedernos los mejores, más eficaces y seguros aprendizajes que recibimos. A ella no podemos engañarla, hacerle trampa o jugársela, porque tarde o temprano saldrá en nuestra búsqueda para reclamar lo que es suyo...y suyo es siempre las consecuencias de la forma de comportarnos. Si decididamente apostamos por crecer nos ayudará a elevarnos como plumas, si nos empeñamos en descender hasta los infiernos pulsará el botón de bajada de igual forma. Si lanzamos incomprensión, intolerancia y prepotencia...muy pronto, de una u otra forma, llamará a nuestar puerta la crítica, el engaño o la traición porque solamente vuelve lo que lanzamos a ella. Es como si se tratase de una enorme lanzadera que está siempre apuntándonos para no errar en su diana. Hay que cambiar de actitud. Vivir sin hacer ruido pero generando sonidos llenos de armonía que nos rodeen de un ambiente tranquilo en el que poder vivir los afectos desde un alma llena siempre de esperanza; la mejor que podemos tener...la de confiar en nuestro inmenso corazón siempre dispuesto a amar y demasiado acostumbrado a esconderse por temor a ser herido. Nada puede herirte si tu no dejas que así sea. Por ello, ante toda duda AMA, AMA Y AMA...el resto que te devuelvan no puede ser sino AMOR.