En la mayoría de las culturas, las brujas, hechiceros, médicos brujos y otras personas que poseen la facultad de lanzar hechizos mágicos, pueden hacerlo de una manera beneficiosa o perjudicial hacía un tercero. Los hechizos son emitidos para satisfacer las necesidades de un individuo o un grupo de personas. Los amarres pueden ser emitidos por un individuo o un grupo, como una bruja solitaria o un conjunto de brujas.
El código de ética establecido en el Wiccan Reed prohíbe la realización de maldiciones por medio de brujería. También dentro de este grupo, existe una división sobre la aceptabilidad de obligar a terceros por medio de hechizos.
En general las palabras utilizadas para la realización de un conjuro para lanzar un hechizo son espontáneas y poco a poco se integran para servir al propósito que se busca. La búsqueda de palabras que riman unidas en versos ayudan a crear ritmo en el amarre y eso aumenta el fluido de energía. Si bien muchos hechizos y encantos eficaces se pueden encontrar en libros sobre brujería y magia popular, la mayoría de los brujos y magos creen que los más poderosos son los que se realizan con trabajo desde el corazón. Ellos saben bien que la simple recitación de un amarre o encanto no siempre es suficiente para emitir correctamente un hechizo.
Sumándose a estos pensamientos, muchos hechiceros creen que las palabras del hechizo no son tan importantes como sus intenciones. Esto supone que durante la ceremonia mágica, el foco de una intensa concentración debe ser el momento en que se alcanza el objetivo planteado, visualizar ese ideal y creer plenamente que será conseguido. Cuando la energía psíquica ha llegó a su nivel más alto, es liberada y dirigida hacia el objetivo. Una limpieza psíquica concluye el ritual, así se cierra el hechizo, esto es para desterrar cualquier resto de energía psíquica. Se les debe agradecer a las deidades y fuerzas de los elementos que se invocaron como cierre final del amarre.
Estructura de un hechizo:
Un acto de magia blanca, por supuesto requiere de un mago, hechicero, brujo o bruja, que se preste a la realización de un hechizo o amarre en un ritual. Este trabajo consiste en deletrear palabras de conjuro (a veces llamada encantos, endulzamientos o runas). El ritual también lleva aparejado un conjunto de acciones físicas que se realizan mientras el hechizo está siendo recitado. Por ejemplo, los antiguos egipcios creían que para lograr el resultado deseado, las palabras eran tan poderosas como las acciones corporales que ellos realizaban al pronunciarlas. Ciertas palabras y nombres en potencia son esenciales en la magia egipcia y debían ser pronunciadas correctamente y con la entonación adecuada. El Tetragrammaton es el último nombre en el poder en la magia ceremonial del oeste.
Un hechizo de fundición ritual implica la concentración de poder (cono de poder) a través de la combinación de visualizaciones, conjuros (declaración de la meta), la petición a las deidades y la proyección de la voluntad. Se cree que el éxito del hechizo o amarre se basa en el planteó y la habilidad con la que se centra y proyecta el poder. Todas estas capacidades del hechicero o hechicera son una pieza fundamental del encantamiento. Mientras se recitan los hechizos, se pueden utilizar diversos elementos que ayudan a su funcionamiento, instrumentos rituales, como muñecos, cuerdas, velas y los recortes de uñas; Ellos refuerzan en algunos casos a los cantos, canciones, bailes o movimientos que se están realizando.
El folklore o los testimonios escritos dicen que el acto de magia o adivinación, se destina a crear o cambiar un determinado curso de los acontecimientos. La creencia en hechizos y su empleo se remonta a la antigüedad. Los Hechizos, amarres o endulzamientos se han convertido en parte integrante de distintas creencias religiosas y prácticas mágicas. Sus métodos varían en consecuencia de una cultura a otra, pero todos los hechizos tienen su centro en una actividad ritual.
Los Hechizos están estrechamente relacionadas con las oraciones, en el sentido de que ambos son un medio de solicitudes dirigidas a una deidad o deidades para un resultado deseado, y que requieren la visualización de la meta, declaración de voluntad y movimientos o posiciones corporales especiales, tales como bajar la cabeza, el plegado o unión de las manos, o cerrar los ojos, etc
Un Hechizo también están estrechamente relacionado con los diversos métodos de emplear los poderes de la mente, como la “visualización creativa”, “positivismo” e “imágenes positivas”. Estos métodos ayudan a dirigir el hechizo para hacer hincapié en la imagen mental para que se dirija hacía un objetivo claro. La persona reitera su intención de lograr ese objetivo particular y lo combina con la proyección de su voluntad y la invocación espíritus, dioses o fuerzas divinas para tener ayuda.
Existen varios tipos de hechizos. Algunas son beneficiosos, mientras que otros son perjudiciales. Algunos dicen que pueden ser trabajados por el hombre y la bestia por igual. Sus efectos son ilimitados entre ellos la curación, el amor, éxito, dinero, fertilidad, longevidad, la protección contra los desastres, las enfermedades, la desgracia y el mal, exorcismo de fantasmas y espíritus, la victoria en la guerra, la verdad en la adivinación, la meteorología y control del cumplimiento hazañas sobrenaturales. Cuando realiza hechizos contra los enemigos pueden ser utilizados para lograr la enfermedad, la destrucción, la pérdida del amor, impotencia, pérdida de propiedad, el fracaso e incluso la muerte.
Una persona puede emitir un hechizo para sí mismo, o dirigirlo hacia otra persona. Un hechizo positivo llama una bendición. Un hechizo negativo conocido habitualmente como una maldición. Términos antiguos para definir un hechizo son brujería y encantamientos.
Un hechizo vinculante es realizado con la intención de impedir un daño o desastre, o para detener a alguien en la realización de un acto particular, como un asesinato o violación, o algo tan inofensivo como la difusión de chismes.