¿Qué relación existe entre los conceptos de responsabilidad y éxito? Lo que nos ocurre, ¿es parte de nuestro destino? ¿Está preestablecido y es así porque el destino lo ha querido?
El argumento de que lo que nos ocurre es una cuestión del destino es algo que escucho con una cierta frecuencia, y es algo sobre lo que hoy me gustaría reflexionar. ¿Lo que nos ocurre está preestablecido y es parte de “nuestro destino”?
No comparto esta visión, pues considero que nosotros, y sólo nosotros somos los únicos responsables de nuestro destino. Somos los verdaderos actores y directores de nuestra película. De este modo, asumir que cualquier cuestión está preestablecida podría deberse a la necesidad de justificar cualquier cuestión que nos sucede y no nos gusta.
Entiendo que esta visión podría ser poco más que una excusa para justificar lo injustificable. “Si ha sido así es porque tenía que ser”. Este argumento es un modo para justificar cualquier resultado, sin necesidad de analizar las causas o tratar de enmendar la acción para mejorarlo en una futura oportunidad.
Entiendo que cada resultado no es más que el fruto de las acciones que he emprendido durante todo el tiempo de mi existencia. Existe el azar, y efectivamente éste puede influir y condicionar el resultado. Ahora bien, con nuestro pensamiento, elección, decisión, y sobre todo, con la acción, nos convertimos en los verdaderos “capitanes de nuestro velero”, reduciendo así el margen que el azar tiene sobre nuestros resultados. Que las circunstancias que nos rodean puedan “condicionar” el resultado no justifica que sean las verdaderas responsables del mismo, como se podría entender en el argumento que he expuesto anteriormente.
Entiendo que el proceso de reflexionar sobre lo que queremos, o el diseño del plan de acción correspondiente no es ni mucho menos sencillo. Ahora bien, cuando nos acostumbramos a vivir nuestra vida de este modo y a través de este procedimiento, empezamos a obtener la sensación de certidumbre que genera nuestra propia acción.
Así pues, ante situaciones adversas, dificultades, …, entendamos que no es el azar, ni el mal llamado “destino” lo que genera el resultado, sino nuestro propio enfoque y acción los que nos están apuntando hacia nuestros resultados.
¿Nos imaginamos el argumento de que un vuelo, que despega de Madrid con destino a Nueva York aterriza en Buenos Aires como consecuencia del azar? No. ¿Por qué? Porque el destino está previamente establecido, y existe un plan de acción muy claro y bien establecido para acabar aterrizando en el aeropuerto de destino.
Evidentemente, pueden existir determinadas circunstancias que requieran que el avión modifique el rumbo, e incluso que pueda acabar aterrizando en un aeropuerto distinto al inicialmente previsto. Ahora bien, cuando el lugar de destino ha sido previamente planificado, y durante el vuelo se acometen las correcciones necesarias para sortear el efecto del azar (vientos, situaciones climatológicas,…), la probabilidad de acabar aterrizando en el lugar previsto es muy alta. Prácticamente del 100%.
A través de este ejemplo podemos ver que cuando planificamos la acción adecuadamente tendremos mayor probabilidad de acabar obteniendo los resultados que deseamos. Reduciremos el efecto del azar, y alcanzaremos la situación en la que, somos nosotros, y no el destino, los que acabamos decidiendo el qué y el cómo de lo que nos proponemos.
© 2013 Miguel Ángel Guilló - @miguel_guillo -
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