El Fuego es un símbolo ancestral de energía, pasión, purificación, fuerza.
Al ubicar fuego en el pecho estamos conectándonos con todas estas cualidades para que se desarrollen en nuestro interior.
Cómo Hacerla:
Buscamos un lugar cómodo y aireado.
Nos sentamos en nuestra postura preferida de meditación.
Practicamos unos minutos de respiración circular.
A continuación ubicamos nuestras manos cruzadas sobre nuestro pecho.
Imaginamos una pequeña llama en el centro del pecho.
Pasamos a la Respiración Purificadora: Inhalo profundo por la nariz, exhalo profundo por la boca entreabierta.
Visualizamos que estamos alimentando el fuego con cada inhalación.
Vemos como ese fuego crece y se expande a todo nuestro pecho, sentimos el aumento de calor sobre las manos que están allí apoyadas.
El fuego crece aún más y sube por dentro del cuello, llena nuestra cabeza y las llamas salen por nuestra coronilla.
Nos mantenemos unos quince minutos practicando esta meditación.
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