Por encima de la entrada al Oráculo de Delfos fueron escritas estas palabras: "Conócete a ti mismo". Jesús vino y añadió un sentido de urgencia y consecuencia a la antigua idea cuando dijo: "Si sacas lo que hay dentro de ti, lo que saques te salvará. Si no sacas lo que hay dentro de ti, lo que no saques te destruirá".
Lo que Jesús está diciendo es que la espiritualidad es algo muy serio, con graves consecuencias. Tu vida pende precariamente de un hilo, se tambalea entre un estado de sonambulismo inconsciente y los ojos bien abiertos de la iluminación espiritual. El hecho de que la mayoría de la gente no ve la vida de esta manera da testimonio de cuán profundamente dormidos están negando lo que realmente son.
Dentro de cada una de nuestras formas se encuentra el misterio existencial del ser. Aparte de nuestra apariencia física, la personalidad, el género, la historia, el empleo, las esperanzas y sueños, las idas y venidas, se encuentra un misterioso silencio, un abismo de quietud cargado con una presencia etérea. A pesar de nuestros afanosos asuntos y la obsesión por la trivialidad, no podemos negar totalmente esta esencia fantasmal en nuestro corazón. Y sin embargo, hacemos todo lo posible para evitar su quietud, su silencio, su vacío total y abrazo íntimo.
Seguir siendo inconscientes del ser es estar atrapados en una tierra baldía de conflicto, lucha, y miedo gobernados por el ego que sólo parece normal porque nos han lavado el cerebro en un estado de incredulidad suspendida donde una cantidad horrible de odio, deshonestidad, ignorancia y codicia son vistos como algo normal y sano. Pero no es sano, ni siquiera está cerca de serlo. Tampoco está basado en la realidad. De hecho, nada podría ser menos real que lo que los seres humanos llamamos realidad.
Al aferrarnos a la mente en la forma de memoria y pensamiento, estamos cautivos por el movimiento de nuestro pensamiento e imaginación condicionados, todo el tiempo creyendo que somos perfectamente racionales y sensatos. Por consiguiente, seguimos justificando la realidad de lo que nos está causando una gran cantidad de dolor y sufrimiento.
En el fondo todos sospechamos que algo está muy mal con la manera en que percibimos la vida, pero que tratamos muy, muy afanosamente de no darnos cuenta de ello. Y la forma en que permanecemos ciegos a nuestra condición terrible es a través de la negación obsesiva y patológica del ser — como si un espantoso destino nos amenazara si tuviéramos que hacer frente a la pura luz de la verdad y poner al descubierto nuestro tremendo apego a la ilusión.
La cuestión del ser es todo. Nada podría ser más importante o consecuente — nada donde haya tanto en juego. Continuar siendo inconscientes del ser es permanecer dormidos a nuestra propia realidad, y por consiguiente dormidos a la realidad en general. La elección es simple: despertar para ser o dormir un sueño sin fin.
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