por Rupert Spira
Lo siguiente es un extracto del libro de Rupert: The Transparency of Things: Contemplating the Nature of Experience ("La Transparencia de las Cosas: Contemplar la Naturaleza de la Experiencia").
Hay algo presente que está experimentando la situación actual. No sabemos qué es ese algo, sin embargo sabemos con certeza que está presente, que es consciente.
Sabemos que no es la mente, el cuerpo o el mundo, porque la mente, el cuerpo y el mundo son parte de la situación actual que está siendo experimentada.
La mente, el cuerpo y el mundo aparecen a esta presencia-testigo de la Consciencia.
Si tratamos de encontrar a esta Consciencia, si dirigimos nuestra atención hacia ella, no podemos verla ni encontrarla, ya que no tiene ninguna cualidad objetiva.
Si tuviera cualidades objetivas, estas cualidades serían parte de la situación actual que está siendo experimentada. Serían experimentadas por esta presencia-testigo de la Consciencia. Aparecerían a la Consciencia, junto con todos los demás objetos.
Al mismo tiempo, tenemos la experiencia directa de que esta presencia-testigo de la Consciencia está indudablemente presente. Es nuestro Ser más íntimo.
Es lo que sabemos que somos. Es lo que llamamos "Yo".
La situación actual está cambiando todo el tiempo. Incluso si los cambios son mínimos, sin embargo a cada momento se nos presenta con una configuración diferente de mente, cuerpo y/o mundo.
Sin embargo, esta presencia-testigo consciente, este "Yo" nunca cambia. Siempre está simplemente presente, abierta, disponible, despierta.
Debido a la asociación accidental y exclusiva de la Consciencia con el cuerpo y la mente, tendemos a pensar que cualquier cambio en el cuerpo y la mente implica un cambio en la Consciencia.
Sin embargo, si nos fijamos bien en nuestra experiencia, vemos claramente que nunca hemos experimentado ningún cambio en la Consciencia misma.
Si miramos atrás en nuestra vida, vemos que esta Presencia consciente ha sido siempre tal y como es ahora. Nunca ha cambiado, se ha movido, aparecido o desaparecido.
La primera experiencia que hemos tenido cuando eramos un bebé recién nacido fue experimentada por esta presencia-testigo de la Consciencia. La Consciencia estaba presente para atestiguar esta primera experiencia, pero ¿alguna vez hemos experimentado la aparición de la Consciencia?
Si la aparición de la Consciencia fuera una experiencia tendría que haber otra Consciencia presente para atestiguar esta apariencia. Y si la aparición de la Consciencia nunca se ha experimentado, ¿qué validez hay en la afirmación de que la Consciencia aparece, que tiene un principio, que ha nacido?
Del mismo modo ¿hemos experimentado alguna vez un final de la Consciencia? Si hemos experimentado la desaparición de la Consciencia, tendría que haber otra Consciencia presente para atestiguar esta desaparición. Y esta "nueva" Consciencia, que atestigua la desaparición de la "vieja" Consciencia, tendría que estar presente durante y después de su desaparición, con el fin de hacer la afirmación legítima de que ha sido testigo de su desaparición.
Por lo tanto, no podemos afirmar que alguna vez hemos tenido la experiencia de la desaparición de la Consciencia, y por lo tanto ¿qué validez hay de nuestra convicción de que nosotros, como Consciencia, morimos?
Nosotros experimentamos un comienzo y un final de todos los objetos, pero nunca experimentamos un comienzo o un final de la Consciencia, de nuestro Ser.
Podemos pensar que la Consciencia desaparece cuando nos quedamos dormidos y reaparece al despertar, pero esto no es realmente nuestra experiencia. Es una creencia sin investigar.
Sin embargo, es una creencia que se ha arraigado tan profundamente y se ha convertido en una parte tan importante de la norma aceptada, que verdaderamente creemos que experimentamos la desaparición de la Consciencia cuando nos quedamos dormidos.
Mientras nos quedamos dormimos lo primero que experimentamos es la retirada de los sentidos de percepción o, más exactamente, las facultades de percibir y de sentir. Con la desaparición de la facultad de percibir, el mundo desaparece de nuestra experiencia y con la desaparición de la facultad de sentir, el cuerpo desaparece de nuestra experiencia, quedando sólo el pensar y el imaginar. Este es el estado del sueño (soñar).
Las funciones de pensar e imaginar son a su vez retiradas y, como consecuencia, el estado del sueño da paso al sueño profundo.
En el sueño profundo la Consciencia simplemente permanece como siempre es, abierta y consciente, sólo que no hay objetos presentes dentro de ella.
La Consciencia proyecta la apariencia de la mente, el cuerpo y el mundo, adoptando la forma del pensar, sentir y percibir.
El proceso de quedarse dormido no tiene que ver con una entidad separada que pasa a través de varios estados. Es simplemente la retirada de esta proyección.
Debido al hecho de que hemos identificado tan íntima y exclusivamente la Consciencia con el cuerpo y la mente, suponemos que la ausencia de la mente y del cuerpo durante la experiencia del sueño profundo implica una ausencia de la Consciencia.
Sin embargo, eso no es más que la interpretación de la mente de una experiencia en la que no estuvo presente. Se trata de una presunción basada en una presunción.
Es una presunción que la Consciencia está en Realidad exclusivamente identificada con el cuerpo y la mente, y esto a su vez da lugar a otra presunción de que la Consciencia desaparece cuando el cuerpo y la mente desaparecen al dormir y, en consecuencia, cuando el cuerpo muere.
Esta no es nuestra experiencia en el primer caso y no hay evidencia para sugerir que será nuestra experiencia en el segundo.
Hay evidencia de que la capacidad de sentir desaparece con la muerte, pero no de que la Consciencia desaparezca.
Después de un período de sueño profundo, la Consciencia que estaba presente allí adopta la forma del pensar e imaginar y, en consecuencia, vuelve a aparecer el estado del sueño.
Y a su vez, después de un período del sueño, la Consciencia adopta la forma del sentir y percibir y, como resultado, el cuerpo y el mundo son recreados, es decir, el estado de vigilia reaparece.
Si miramos el sueño profundo desde el punto de vista del estado de vigilia, parece haber durado un periodo de tiempo determinado, de la misma manera que los objetos que aparecen en los estados del sueño y de vigilia parecen durar cierto período de tiempo.
El tiempo es la duración imaginaria entre una apariencia y otra. No hay apariencias durante el sueño profundo y por lo tanto el tiempo no está presente allí.
En realidad el tiempo ni siquiera está presente en los estados del sueño y de vigilia, pero al menos la ilusión del tiempo está presente en estos estados. En el sueño profundo ni siquiera la ilusión del tiempo está presente.
El tiempo, en los estados de vigilia y del sueño, es una ilusión. En el sueño profundo, es una presunción.
El lenguaje del estado de vigilia se basa en objetos y el tiempo, y por lo tanto, cuando vemos el sueño sin sueños, desde el punto de vista del estado de vigilia, creemos que debe haber durado un tiempo determinado, porque la mente no puede imaginar la intemporalidad.
La mente interpreta que el tiempo que imagina como real es una experiencia real. Se imagina que el tiempo está presente en la ausencia de la mente, en la ausencia de sí misma, y por lo tanto, se imagina que el sueño profundo tiene duración. El sueño profundo es por tanto considerado como un estado.
Sin embargo, despojado de duración, el sueño profundo es en realidad la presencia intemporal de la Consciencia que está más allá, detrás y dentro de todos los estados y, a pesar de que da origen a la apariencia del tiempo, ella misma no está en el tiempo.
Nuestra experiencia es que el sueño profundo es simplemente la presencia intemporal de la Consciencia que no aparece o desaparece.
¿Eso que está presente durante el sueño profundo, o más bien, eso que está presente como el sueño profundo, desaparece cuando el mundo del sueño aparece?
¡No! El mundo del sueño simplemente surge dentro del sueño profundo, es decir, dentro de esta Consciencia intemporal.
¿Eso que está presente como el sueño profundo desaparece cuando el mundo del estado de vigilia aparece?
¡No! El mundo de la vigilia simplemente surge dentro del sueño profundo, dentro de esta Consciencia intemporal.
La transición desde el sueño profundo al sueño y a la vigilia es constante, sin fisuras. En realidad, no es una transición en absoluto. Se supone que es una transición sólo desde el punto de vista del estado de vigilia, donde una entidad separada parece transitar de un estado a otro.
Sin embargo, desde el punto de vista de la Consciencia no hay transición, no es más que un flujo de apariencias cambiantes, y a veces no hay apariencias en absoluto, en su propia omnipresente Realidad.
Eso que es el sueño profundo, la Presencia intemporal, no desaparece para que los mundos del sueño y la vigilia aparezcan. Simplemente permanece como siempre es y, al mismo tiempo, adopta la forma de los mundos del sueño y la vigilia.
En ningún momento de este proceso ninguna entidad separada se duerme o transita de un estado a otro.
Nadie se duerme y nadie se despierta.
Cuando se ve desde la perspectiva del estado de vigilia, el sueño profundo es un estado. Cuando se ve desde su propia perspectiva, es la Presencia intemporal.
Fuente: Advaita Vision