La dicha o el desconsuelo tienen dos orígenes principales: lo que sucede afuera y lo que ocurre adentro de cada quien. No están desconectados, se contagian entre sí. Para ser felices, con todo y esta interconexión, hay que saber alinear el interior a pesar del exterior. Tarea nada fácil, pero no hay más opción que esa.
En un contexto de “afueras” y “adentros” podemos imaginar diversos escenarios vitales – o combinaciones de ellos - como si fuera una veleta con sus puntos cardinales; aclarando que lo bueno o malo es subjetivo y casuístico. Veamos las cuatro posibilidades:
Ø Cuando lo que sucede afuera está bien y en mi interior también.
Ø Afuera está mal, pero yo estoy bien.
Ø Afuera está bien, pero yo ando con malestar o desalineación.
Ø Lo peor: tanto afuera como adentro las cosas van mal.
Seamos realistas: es muy poco lo que podemos controlar de lo externo. No está en nuestras posibilidades; aunque sí podemos evitar eventos, situaciones, cosas y personas del entorno, lo que hará que el contagio hacia lo interno sea menor.
El interior es ciento por ciento controlable y, por lo mismo, completamente de nuestra responsabilidad. Así que, partiendo de esas cuatro opciones, tenemos que cuidar nuestra interioridad, para que lo de afuera no nos afecte o lo disfrutemos al máximo cuando esté bien.
No debemos esperar a que se alineen los astros, y que el exterior esté de maravilla, para sentirnos contentos. Si nos hacemos responsables de lo que ocurre en nuestras vidas (el interior) la veleta no tendría cuatro extremos, pues adentro nuestro estaremos bien… Y eso es lo que importa.
Cuando culpas algo, que está afuera de ti, por las cosas que te ocurren, le entregas el control de tu vida a ese fenómeno externo. Cuando dejas de hallar culpas y buscas en tu interior, siempre encuentras lo que necesitas.
Wayne W. Dyer
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D. R. © 2012. Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción sin el permiso del autor.