El valor de creer en nosotros mismos

Por autoestima se entiende el concepto que tenemos de nuestra valía y que se basa en los sentimientos, pensamientos, sensaciones y experiencias que formamos sobre nosotros mismos. Afecta a prácticamente todas las facetas de nuestra vida, principalmente en la capacidad para afrontar y resolver las responsabilidades, los retos y los problemas de la vida.
La autoestima se desarrolla a lo largo de la vida, formándose en las primeras etapas a partir del tipo de relación que se mantiene con los padres, su correcto desarrollo depende de las relaciones paternas basadas en la sensación de bienestar, la aceptación y el correcto apego.
Continúa su desarrollo en la primera infancia, con el contacto que tenemos con los iguales y posteriormente en la adolescencia, la autoestima se va personalizando a través de nuestras experiencias personales. Este desarrollo será adecuado en función de que se hayan establecido vínculos afectivos fuertes, se haya desarrollado nuestra singularidad como personas, se tenga una sensación de control sobre aquello que hacemos y nuestras relaciones, y se hayan adquirido unas pautas o normas para guiar nuestra conducta.
Directamente relacionada con la autoestima se encuentran:
El autoconcepto, que se trata de la representación mental que una persona tiene de sí misma y que es evaluada comparándola con la imagen ideal de la persona que le gustaría ser.
La autocompasión, la cual incluye dos elementos, un sentimiento de indefensión ante la vida que nos hace sentir pena por nosotros mismos; así como la capacidad para poder perdonar nuestros propios errores.
La victimización, relacionada con sentirse víctima ante los acontecimientos de nuestra vida, suele llevar asociados sentimientos de ira y frustración.
La culpabilización, relacionada con la tendencia a sentirnos responsables no sólo de nuestros problemas, sino además de los problemas de otras personas.
En el déficit en autoestima pueden estar involucrados el autoconcepto (cuando la imagen idealizada de nosotros mismos es desproporcionada); los pensamientos negativo; un patrón de pensamiento que enfoca la causa de las situaciones o acontecimientos desagradables en nosotros mismos de forma estable así como de forma externa e inestable para los acontecimientos positivos; un bajo autocontrol; problemas a la hora de poner en marcha estrategias de resolución de problemas; déficits en habilidades sociales; y unos estilos educativos por parte de los padres autoritarios o permisivos.
Podemos detectar un déficit en la autoestima, cuando se observa que la persona es demasiado crítica y exigente consigo misma y con los demás, además suele compararse constantemente con una imagen que tiene de sí misma idealizada, así como con otras personas a las que admira y quiere parecerse. En esta comparación entre su “yo real” y su “yo ideal” a veces la persona queda satisfecha y en muchas otras no, de modo que este mecanismo suele deteriorar nuestra autoestima y se mantiene por lo que en psicología llamamos reforzamiento intermitente. Otra de las características de las personas con baja autoestima es el perfeccionismo, habitualmente suelen ser personas con un miedo excesivo a cometer errores y a recibir críticas, necesitando de la aprobación continua de las demás personas.
En el mantenimiento del déficit en autoestima desempeña un papel muy importante la autocrítica patológica. Esta forma de crítica hay que distinguirla de aquella que resulta adaptativa y que nos ayuda a reconocer y aprender de nuestros errores, teniendo en cuenta que la patológica se caracteriza por ser incuestionable, generadora de sentimientos de culpa y sensaciones de malestar, y por utilizar un lenguaje telegráfico negativo dentro de un dialogo constante que es percibido cómo mantenido con una persona externa.
Por su parte, las personas que tienen una autoestima óptima, se caracterizan por ser realistas, no demasiado dependientes de los demás, comunicativas, optimistas y saben afrontar los fracasos. Se trata pues, de ser nuestros mejores amigos, por lo que se recomienda mejorar nuestro autoconcepto, aceptar nuestros defectos, desarrollar el sentido del humor y las relaciones sociales, no temer a las responsabilidades, reconocer nuestros logros y simplificar la vida.
La autoestima se puede tratar en formato grupal, por medio de talleres prácticos compuestos por personas con problemáticas similares, que se reúnen bajo la supervisión y la guía de un profesional de la psicología para aprender y practicar determinadas estrategias y habilidades para la mejora de sus niveles de autoestima. Y puede ser tratada de forma individual en sesiones terapéuticas con su psicólogo siguiendo un programa específico y personalizado.
El tratamiento tanto en el formato grupal como en el individual, suelen abordar los siguientes componentes:
La autocrítica patológica se aborda mediante técnicas de reestructuración cognitiva, con la finalidad de enseñarle a la persona a identificar sus pensamientos automáticos negativos que son los generadores de los “malos sentimientos”. Posteriormente se procede a la enseñanza y práctica en la forma de discutir racionalmente esos pensamientos negativos con la finalidad de enseñar a la persona formas más realistas de interpretar las situaciones diarias, así como ayudarle a buscar alternativas más adaptativas a sus diálogos internos.
Manejo de la crítica por parte de los demás. El objetivo que se persigue es dotar a la persona de diferentes técnicas para el afrontamiento de las críticas. Entre estas técnicas se encuentra el banco de niebla o la aserción negativa.
Aceptar cumplidos. Se pretende fortalecer las relaciones sociales de la persona y hacerlas más positivas y gratificantes, por lo que se le enseña a saber aceptar las verbalizaciones positivas que las demás personas hacen de el/ella.
Autorrefuerzo. Es necesario enseñarle a la persona cómo se puede premiar o reforzar por sus logros, se trata de romper la dependencia que se tiene de la aprobación y valoración de los demás, mostrándole formas adecuadas de reconocer los éxitos personales por pequeños que a la persona le parezca.
Entrenamiento en resolución de problemas. En ocasiones la persona no sabe planificar su forma de resolver los problemas, sean personales, relacionales, laborales o sociales, por lo que se trabaja con la persona en las diferentes fases de las que se compone este proceso.
Finalmente, un entrenamiento para padres debido a que en el desarrollo del autoconcepto desempeña un papel muy importante los primeros años de la vida, y estos se desarrollan en contacto con los padres. Resulta adecuado trasmitirle a éstos una serie de directrices acerca de cómo deben relacionarse con sus hijos para el correcto desarrollo de la autoestima de los mismos.
Por otro lado se suele también recomendar biblioterapia para que la persona complemente en casa los conocimientos que va adquiriendo durante las sesiones.

David Molina Balastegui, director del centro de psicología @Alboran_Sevilla