Sumergidos como estamos en la cultura de la imagen, el hablar de INTROSPECCION, de mirar hacia dentro se nos hace extraño. No sabemos qué es, ni en qué consiste.
El diccionario Espasa define “Introspección” de la siguiente manera:” Observación interna del alma o de sus actos”.
El diccionario de la Real Academia dice:” Observación interior de los propios actos o estados de ánimo o de consciencia”
Ambas definiciones chocan frontalmente con los mensajes con los que nos bombardean los medios de comunicación. Se nos intenta convencer machaconamente que lo fundamental de las personas es la imagen, la fachada, el físico. Está claro que una buena imagen ayuda, pero desde luego, no es lo único ni lo más importante siempre.
La publicidad nos vende que es prioritario estar delgado/a, no tener imperfecciones y si las hubiese, se recurre a las modernas técnicas de estética y ¡listo! ( liposucciones, liftings, aumento o reducción de zonas del cuerpo, blanqueamiento dental, ortodoncias, y un largo etc.)
Otros productos con los que nos acosan en este inefable culto a la imagen son: desde la ropa, el calzado, accesorios supuestamente imprescindibles –de marca, claro- como: bolsos, gafas de sol, etc., por no hablar del tema de cosmética “milagrosa”, perfumes seductores y un larguísimo repertorio de objetos que complementan la exquisitez.(coches, ordenadores, móviles,ipods….).
En resumen, se trata de que empleemos nuestras energías, tiempo y dinero en la consecución de la perfección física y material, aunque…si nos dedicamos demasiado a este empeño, lo más probable es que descuidemos otras cosas mucho más básicas para un sano desarrollo humano.
Y es que aparte del físico hay un ser interno en cada uno de nosotros (nuestra identidad ), que no estamos atendiendo, en este desorbitado culto a la imagen.
En consecuencia, si no miramos hacia nuestro interior, corremos el riesgo de convertirnos en seres vacíos, anodinos, desconocidos para los demás y para nosotros mismos. El exagerado culto a la imagen es uno de los factores que llevan a muchos niños y jóvenes a la anorexia, bulimia, trastornos de personalidad, fracaso escolar…
Somos organismos vivos, complejos, compuestos de cuerpo y mente. Ambos son vasos comunicantes, pero lo fundamental está en el interior, en nuestro ser interno y luego, está la forma, la imagen o apariencia. Puedo tener una presencia impecable y estar hueco y vacío por dentro (como “El retrato de Dorian Grey “). Pero no pasa al revés: Si me siento pleno, feliz, contento, importa poco la apariencia.
Por ello, seamos críticos frente a la cultura de la imagen. Miremos a nuestro interior, hagamos introspección y preguntémonos:
¿Estoy realizado/a?
¿Sé lo que quiero en realidad?
¿Me expreso y comunico mis problemas?
¿Estoy evolucionando y aprendiendo o me muevo en la rutina?
¿Me pliego en exceso a lo que quieren los demás?
¿Hay afecto en mi vida?
¿Qué hay más en mí: paz o conflicto?
Para terminar, recordemos que el físico se va degradando según las leyes de la Naturaleza, por más cirugías estéticas que le apliquemos: solo serán burdos parches.
Cuidemos nuestro interior, busquemos la perfección dentro de nosotros. Evolucionemos como personas. Es lo que vamos a tener siempre, nuestra identidad, que a diferencia del físico, puede mejorar con la edad, como los buenos vinos.
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